Coaching Directivo ¿Sentido común o liderazgo auténtico?

por | Mar 20, 2015 | Coaching, Desarrollo personal, Profesional, Psicología | 0 Comentarios

Un rol típico de un coach directivo es el asesoramiento en el estilo directivo del coachee que suele necesitar un feedback desinteresado. El liderazgo ha 1_Directivo_Coach_37_fotoCECevolucionado hacia la utilización de dinámicas más auténticas, cercanas y pragmáticas. Hemos pasado de buscar al líder carismático de libro a saber que el verdadero liderazgo es la mejor versión de nosotros mismos. De ahí que la naturalidad de ser sincero, la demostración de la honestidad personal y la humildad de ser persona antes que líder sean factores muy estimados en este momento. El coaching directivo se centra en buscar a los coachees preguntas que les sirvan para ser más auténticos y, por tanto, potenciar con transparencia sus cualidades para gestionar personas. Más que buscar formación en habilidades que enmascaren carencias de gestión, se trata de potenciar las destrezas que todos poseemos. Esta visión de la psicología positiva pretende construir desde nuestras virtudes, sean las que sean, para dar la mejor versión como líder. No se trata de buscar desarrollos individuales para ser el perfecto directivo, sino un asumir la dosis de imperfección que nos toca para generar el cuadro de dirección que podemos desempeñar. Esta visión del líder auténtico necesita de mucho sentido común, empieza, como no, reconociéndose realísticamente lo que uno vale e intentar ser cada día el mejor directivo que puedas ser. La psicología positiva nos enseña donde poner foco para desarrollar un verdadero liderazgo auténtico. Y, además, en las tres miradas que cualquier directivo debe hacer:

– Hacía el pasado. Ver con ojos de aprendizaje.

– Hacía el presente. Ver con ojos curiosos.

– Hacía el futuro. Ver con ojos ambiciosos.

En mi labor de coach intento que los directivos tengan una visión del aprendizaje dado por el pasado evitando disonancias cognitivas (si yo hubiera hecho…), que afronten el presente con una actitud de cambio permanente y que visualicen el futuro con la ambición de conseguir los retos posibles y plausibles.

Un ejercicio de sentido común que hago con el directivo se que se pregunte a si mismo sobre varias temáticas en las tres dimensiones temporales. Este modelo que utilizo, basándome en la psicología positiva, pretende responder a las preguntas poderosas sobre tu pasado, en tu presente y para tu futuro. Son 13 preguntas que suelo utilizar como parrilla de observación del desarrollo de la autenticidad en un liderazgo:

1.- Preguntas hacia el pasado
¿Por qué tengo que dar las gracias? La gratitud según la psicología positiva genera multitud de dinámicas optimistas. Todo el mundo tenemos que dar gracias a la vida. Pero en el momento que te acostumbra a una actitud de gratitud puede ser más adecuado el feedback de un coach. La gratitud a grandes maestros vitales, agradecer a las oportunidades vitales que tenemos y reconocer que todo directivo somos el cúmulo de multitud de azares y necesidades es una gran cura de humildad. Ser agradecido implica la humildad necesaria para considerarse “terreno” y no creerse un líder carismático.

¿A quién tengo que pedir perdón? ¿Y de que me tengo que olvidar? Esta reflexión de poner nombres y caras a tus perdones es un buen ejercicio de humildad. Cualquier carrera directiva implica haber descuidado alguna relación o haber realizado incompletamente alguna gestión. Todos tenemos ocasiones para pedir perdón. Y nuestra grandeza directiva no se cifra solamente por la cantidad de aciertos directivos sino por la capacidad de reconocer nuestros errores y haber pedido perdón. Pero el perdón es una moneda con doble cara, no sólo debes pedir perdón sino también debes olvidarte cuando a ti tienen que pedirte perdón. El olvido es una terapia de crecimiento, los directivos que guardan odios y tragan insultos sólo crean una visión de compensación en el futuro. Dios nos libre de directivos que no sepan pedir perdón ni perdonar.

¿De qué tenemos orgullo en el pasado? Nadie se ha edificado como directivo sin tener la autoestima del orgullo por lo realizado. Tener orgullo por lo hecho y como lo hemos hecho es un gran anclaje para tener futuro como directivo. El orgullo sobre realidades vividas nos da datos de nuestra valoración y además genera la confianza suficiente para afrontar un presente cambiante y un futuro incierto. Sin orgullo nadie puede crecer pero su exceso nos condena a percibir la realidad distorsionada por una percepción grandilocuente. El orgullo, el justo y necesario, debe utilizarse en dosis adecuadas como precipitadores químicos más que en grandes cantidades que se nos atragantan.

– Y por último ¿Qué nos da serenidad de nuestro pasado? En nuestra historia de aprendizaje hemos demostrado nuestra autoeficacia en multitud de ocasiones. La serenidad de tu saber, saber hacer y querer hacer históricos te permite predecir tu dedicación y esfuerzo en el futuro ¿Qué te da serenidad? No implica orgullo sino la seguridad profesional y personal de ser capaz de dar una respuesta. Este ámbito de seguridad es fundamental para un directivo y le sirve para anclar su valor añadido en la historia y dotándole de tranquilidad para un futuro.

En fin, del pasado hay que tener gratitud, saber pedir y aceptar el perdón, tener orgullo de lo conseguido y serenidad en nuestras capacidades.

2.- Preguntas hacia el presente
¿Cuáles son los placeres del presente? Esta pregunta suele desconcertar porque alude a la capacidad de ser feliz en el presente. Nadie tiene un buen desempeño directivo si está en continua tensión de infelicidad. La compensación por el puesto no sólo se puede cifrar en futuro sino también en presente. Los pequeños placeres del día a día son un buen termómetro para indicar la apuesta personal que asumes al ser directivo. Nada puede mantener un rol, si el rol no le produce placeres diarios que le compensen en parte sus sinsabores. No olvidéis que ser feliz no es un estado (nadie es feliz ontológicamente) sino que es un camino (se está feliz).

¿Qué gratificaciones tiene el puesto? Todo directivo debe valorar los aspectos del puesto que le gratifiquen en algún sentido. Desde la materialidad de los dineros hasta el estatus, el rol, la capacidad de decisión o el altruismo que puede generar un puesto directivo en una ONG. Toda gratificación humana es lícita siempre y cuando no explique todo el trabajo directivo. La capacidad de ser un líder auténtico contempla la posibilidad de demora de gratificaciones a corto plazo, pero siempre que seamos conscientes de que hay futuras gratificaciones por el puesto.

¿Qué tranquilidad tienes ahora? Todo directivo debe tener aspectos que valore como positivos en su quehacer. Que doten de tranquilidad a la hora de ser apreciados en su día a día. Tener tranquilidad es fundamental para evidenciar un liderazgo auténtico. La seguridad viene de lo que se es, lo que se hace y de la sensación de tranquilidad que se desprende de hacer lo que se debe hacer. La predisposición a pensar que hago bien nos da la seguridad para nosotros como somos. No debemos ocultarnos tras las apariencias y oropeles del superdirectivo, sino sentirnos bien en lo que hacemos.

¿Qué entusiasmo tienes ahora? Porqué luchas y para qué luchas. Es una pregunta muy poderosa en identificar el nivel de autenticidad de tu liderazgo. Si la respuesta se condensa en el ámbito del tener: ”Houston tenemos un problema”. Ser líder es aceptar que estás logrando algo que sin serlo no podemos conseguirlo. La realización a través de los demás, la consecución de objetivos grupales, la satisfacción de los actores de la empresa, etc. Son razones de nuestro entusiasmo y potentes razones para directivo.

– Y, por último, ¿Tienes sensación de fluidez? Nos cansa nuestro día a día, deseamos los tiempos libres y el tiempo de trabajo es una losa. Esta sensación es básica para gestionar y liderar desde el entusiasmo. La mejor sensación de fluidez es cuando no se siente el tiempo de trabajo. Como sabemos el tiempo es subjetivo por su libre utilización, por ello, cuando no tenemos sensación de agobio, prisa, de “no hay tiempo”, de robo de tiempo de otras esferas vitales es que no estamos fluyendo adecuadamente.

En relación al presente se trata de poner foco en los placeres y gratificaciones que nos aporta el ser directivo. Si el balance no es positivo, al menos que tengamos sensación de tranquilidad y fluidez y seamos conscientes de lo que no entusiasma en nuestro presente. Como vivimos el presente nos da el tenor de nuestra autenticidad en ser líder.

3.- Preguntas hacia el futuro
¿Qué es lo que te hace ser optimista sobre el futuro? Anhelar y depositar en el futuro nuestra fuente de optimismo es necesario pero peligroso. Podemos posponer el ser felices por luchar por su consecución , pero sin embargo sin tener ilusiones futuras no podemos luchar plenamente. El optimismo realista (optimalismo) se basa en unas adecuadas expectativas y en la flexibilidad de cambiar el foco del optimismo. La versatilidad y la templanza a la hora de generar expectativas son dos grandes armas de un buen optimista. Ser optimista se basa en depositar en el futuro las ilusiones pero con una visión relativista, porque toda ilusión puede cambiarse, posponerse y lo que es mejor ser sustituida por otra mejor. El pragmatismo es un buen consejero para un buen optimista.

¿Qué es lo que tiene confianza en el futuro? Igual que el pasado me da serenidad, el fututo me debe dar confianza. Dirigir desde la desconfianza en el futuro impide generar autenticidad. El liderazgo se basa en proyectar confianza en lo que se puede y debe hacer. Muchas veces, las personas piensan que la confianza es un presente pero no sabe que también es un valor indudable futuro. Quien crea unas relaciones con futuro se basa en la cantidad de confianza que aporta a las personas en un futuro común.

¿Qué retos futuros tienes? Un buen líder no se centra sólo en su presente, sino que sueña con nuevos retos futuros. Conocer los retos futuros del líder no demuestra su capacidad de ilusionar a la gente. Conseguir resultados y objetivos factibles, aunque sean difíciles, no debe obnubilar el llegar a ser algo más en un futuro. El directivo que sueña es auténtico, no debemos pensar que solamente el realismo explica la fuerza de un liderazgo auténtico sino también la calidad de sus sueños. Los sueños son fuentes de enorme ayuda para definir el futuro de un proyecto dirigido por un líder.

– Y, por último, ¿Qué quieres ser de mayor? Esta pregunta a largo plazo constituye la fundamental para reconocer su auténtica forma de percibir el mundo. Todo directivo debe cuestionarse su tiempo de directivo y, ante todo, engrandecerse con metas en esferas vitales diferentes. No se trata de jubilación sino de otra forma de aportar valor social y/o personal. La temporalidad de los roles, de los puestos y de las circunstancias debe hacer ser realista al directivo. Constantemente nos tenemos que preguntar por nuestro futuro, entre otras cosas para que el futuro no nos tenga que preguntar a nosotros por nuestro pasado.

Por tanto, el futuro del líder auténtico debe preguntase sobre su optimismo y confianza, dos grandes palancas para ilusionar al equipo y, ante todo, que sueñe con nuevos retos profesionales y que se cuestione que va a ser cuando no tenga poder.

Estas 13 preguntas poderosas de coach veterano suelo hacerlas para conocer el nivel de autenticidad del líder. Esas tres miradas hacia el pasado, presente y futuro le hacen al directivo coger conciencia de su forma de percibir el rol. Y en muchas ocasiones, es el inicio de su reflexión sincera sobre su estilo de liderazgo. Y, para acabar, dos frases que utilizo mucho, de dos grandes psicólogos, y que me sirven para generar el clima de confianza de los directivos. Cuando la confianza flojea, les digo lo que dice Albert Bandura: “Confiar en ti mismo no garantiza el éxito, pero no hacerlo garantiza el fracaso”, y cuando diferencia mucho lo personal de lo público (o del rol directivo) utilizo la frase de Carl Rogers: “Lo más personal, es lo más universal”. En fin, la persona que dirige es el fin y nunca es el rol directivo que simplemente es un medio.

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