HOMO DIGITALIS: ¿CRETINOS DIGITALES Y/O ANGELES DIGITALES?

por | Abr 10, 2021 | Artículos, Desarrollo personal, Life coaching, Psicología, Psicología del aprendizaje, Psicología del trabajo | 0 Comentarios

El libro de Michel Desmurget con el título “la fábrica de cretinos digitales” insiste en el que el uso abusivo de las pantallas por parte de los niños incrementa su nivel de cretinez. Sin duda, que todo abuso genera adicción, pero creo que hay ver la otra cara, lo beneficios de lo digital. Leyendo el libro veo un juicio previo al intentar criminalizar el medio. Lo digital es un nuevo ecosistema de convivencia humana, y surge todas y cada una de las emociones humanas, porque no deja de ser una mera obra humana. El homo digitalis no deja de ser homo. En ese sentido, es muy útil analizar la relación humana con el ecosistema digital principalmente en cuatro procesos:

  1. Cómo nos informamos.
  2. Cómo aprendemos.
  3. Cómo desarrollamos nuestros ocios.
  4. Cómo nos relacionamos.

Estos cuatro procesos humanos se pueden cretinizar o beneficiar en el área digital y es nuestra acción humana la que lo define y no es el medio el que genera la situación.

Un análisis del cambio profundo que implica ser un HOMO DIGITALIS pasa por ver los cambios profundos que posibilita este medio digital:

  1. La información es superabundante: Dicha infoxicación requiere de un mayor nivel de selección de fuentes, tipo de noticias, medios, etc. No estamos preparados a la exuberancia de la información en el medio digital y por eso caemos en las redes de los algoritmos que nos selecciona lo que tenemos que leer, ver y analizar. Hemos pasado de un ecosistema de información más pautado y específica a un entorno de información muy explosivo de enormes reclamos y ventanas abiertas. De la información a través de canales más profesionales (la querida profesión de periodista) a la información de cualquier “prosumidor” de certezas o aviesas intenciones. Hemos ganado en cantidad, pero no en calidad, y además hemos conseguido una selva de informaciones con perversos riesgos para estar bien informado. La enorme exuberancia de la información se convierte en una dificultad a la hora de discriminar las buenas de las malas noticias. En este sentido, surgen las siguientes distorsiones básicas:
    1. Fake news: Noticias falsas que dentro de esta selva pueden proliferar para intentar introducir la noticia interesada con piel de cordero. Todo es posible y nada es imposible. Estamos en la selva y los peligros acecharan en cualquier lugar y la desinformación interesada conlleva la generación de opiniones radicales, fruto de una mala información manipulada según intereses preestablecidos. Es el ecosistema ideal del bulo, de olvidarse de la denominación de origen de la noticia y generar bucles de desinformación como se facilita las mentiras en los rumores. Nunca antes ha existido tanta oportunidad de generar bulos interesados y tan poca claridad en su verosimilitud.
    2. Algoritmos que crean “orejeras informativas”: Los algoritmos que interpretan tus gustos y preferencias y que te van relacionando aquellos videos y noticias que tienes que ver, genera una visión poco rica en opiniones diversas a tu forma de pensar. Si antes las personas condicionaban su forma de pensar leyendo un periódico exclusivo, hoy día pueden manejar varios medios de información digitalmente, pero la final el “papa” algoritmo nos va condicionando en las noticias o videos de YouTube que tienes que ver. Tienes que ves solo lo que te interesa. El algoritmo te selecciona y, por tanto, te condiciona tu riqueza de información.
    3. Radicalización de opiniones: Al ser una verdadera selva de opiniones diversas y sin autoría clara, y con algoritmos limitadores y con intereses determinados es normal que afloren un mayor número de opiniones radicales. Esta selva de odiadores y de profesionales de la mentira encuentran su edén en la infoxicación. No es extraño la aparición de opiniones populistas, certeza de indudable tufo ideológico y, ante todo, opiniones camufladas como certezas científicas. Nunca ha estado tan en entredicho el discurso científico como ecosistema de certezas y surge la visión naíf de verdades a medias que confunden al más avezado lector.

En fin, en nuestro ecosistema actual rico en opiniones genera que el ser humano se encuentre rodeados de bulos que desinforman, algoritmos que le limitan y de opiniones radicales camufladas de cuasiverdades científicas. Sin duda, que les ofrecen muchas oportunidades de información, pero debemos fomentar el pensamiento crítico, preguntando continuamente los intereses y criterios que hay detrás de cada información, procesar equilibradamente dicha información y verificar con diversas fuentes para generar juicios más válidos de la mera asunción de una noticia.

  1. Aprendemos más pero menos profundamente: Muchos autores y estudios están ratificando la superficialidad del aprendizaje que estamos abordando en el ecosistemas digital. La riqueza de oportunidades de aprender al tener a nuestra disposición todo el conocimiento actual en “san internet” nos lleva a estar picoteando conocimientos sin obtener esquemas claros de aprendizajes. Podemos aprender mucho pero no sabemos como tenemos que aprender cuando disponemos de tantas opciones de instrucción y con tan variados métodos de aprendizaje, la gamificación, la interactividad, la mezcla de videos, podcasts, textos, infografías, etc., son procesos de indudable poder pedagógico, pero falta la “guía” del aprendizaje pensado por el autor que acompaña al alumno en su aprendizaje, y podemos observar estas barreras de aprendizaje.

 

  1. Rupturas del nexo maestro-aprendiz: Todo aprendizaje para ser una experiencia significativa necesita de un ecosistema de confianza entre el que enseña y el que aprende. En el mundo digital, se empodera tanto al aprendiz que diluye la imagen del maestro. El aprendizaje multifuente genera que la consideración del aprendizaje sólo depende del que está aprendiendo, no existiendo el proceso maravilloso del aprendizaje vicario a través del maestro. Y cuando se tiene un maestro “online” es un proceso enlatado y no costumizado para cada persona, porque falta el proceso del maestro pensando en el aprendiz y adecuando los medios a sus posibilidades.
  2. El maldito pensamiento del multitasking o la posibilidad de pensar y crear ventanas de información y poder mirar nuevos conocimientos cuando estamos desarrollando un conocimiento específico, y esto genera distorsiones en el objetivo y guía del aprendizaje. Los hipertextos que ayuda a comprender se convierten en muchas ocasiones en foco de distracción, para no profundizar en un conocimiento.
  3. El factor social del aprender: la disponibilidad de los compañeros para interpretar tu realidad de aprendizaje suele obtener conocimientos matizados por tus pares. Aprender sólo y sin tener posibilidad de contrastar como vamos entendiendo la nueva realidad conlleva una visión más superficial de lo aprendido.

El aprendizaje con más posibilidades se queda en una capa menos profunda, por la cantidad de información, por la falta de guías que te den compresión de los textos y ausencia de compañeros que te dote de sensibilidad lo que estás conociendo. El aprendizaje superficial genera especialista en generalidades y no generalista en la especialidad. Frente a ello, hay que fomentar la capacidad de atención focalizada para centrar al aprendiz en su aprendizaje útil.

  1. Ocios diversos sin criterios morales: las enormes posibilidades de introducirte en diversos juegos y alternativas de ocio del ecosistema digital nos hace perder la perspectiva del valor del ocio. El ocio es un medio diario de equilibrar nuestro “neg-ocio”, si el negocio se define por lo que no es ocio es lógica nuestra tendencia a querer estar en el ocio. Y como vivimos en un mundo lleno de tentaciones de ocio cuando tenemos que trabajar, estudiar, consultar, informar, etc., pasas a tener una relación diferente con el ocio.

El acceso continuo a posibilidades de ocio nos genera actitudes diferentes en cada momento al considerarlo como:

  • La facilidad de acceso evita la disculpa de dejar el “neg-ocio”.
  • La mezcla de ocio y negocio en principio es positiva, pero al final genera una visión distorsionada del valor del ocio y del valor del negocio.
  • La soledad del ocio necesita del componente social, de aquí el éxito de los juegos de competitividad social (juegos online) pero conlleva siempre una visión de enorme exageración del valor del ganar. El mundo de E-GAMES es un ecosistema de enorme competitividad que sin los valores “olímpicos” del deporte puede convertirse en un entorno de aprendizaje con darwinismo social.
  • La falta de cortapisas morales hace que nuestro ocio entre en entornos que distorsionen tus relaciones sociales. La entrada en páginas porno a los niños de 12 años es un ejemplo, de como una posibilidad digital (ya no se va a ocultar el Playboy en la alcoba) genera una distorsión de percepción sexual.

Y por último:

  1. Relaciones superficiales y superconectadas: El ecosistema digital nos permite conocer a mucha gente de muchos sitios a golpe de clic. Nunca anteriormente habíamos considerado a tantas personas como amigos. Los amigos han pasado a ser una lista de enorme longitud en LinkedIn, Instagram o en Tic-Toc, pero cada vez tenemos más soledad. La banalización de la amistad y la tentación de tener multitud de seguidores genera una distorsión en las relaciones, que valen simplemente un clic de aceptación. Este marasmo de plataformas de amistad nos genera la sensación ficticia de estar más rodeado socialmente, cuando al final sólo tenemos su foto y su chat, y no disponemos de lo más preciado de la amistad que es el verdadero afecto.

La superficialidad de las relaciones nos lleva a tener muchos seguidores, pero simplemente sabemos reconocer sus sentimientos. Felicitamos en su cumpleaños a personas que nunca llamaríamos por teléfono para felicitarle. Estas situaciones absurdas se generan por la mar de posibilidades digitales y que nos condiciona nuestra conducta de la siguiente forma:

  • Primar el estar conectado a la necesidad de tener amigos verdaderos. Los conocidos es el fin y no el medio de la amistad.
  • Buscar relaciones espúreas e interesadas y no verdaderas relaciones de amistad.
  • Encontrar personas afines por sus preferencias y gustos, pero no encerrarnos en un mundo de simples “likes”.
  • Atender multitud de grupos de WhatsApp donde lo importante es estar disponible y no la calidad de la amistad generada.

En esencia, muchas relaciones pero poca amistad hay en las redes. Estamos rodeados de multitud de personas, pero no de verdaderas relaciones con huella y que sirvan para contarle tus problemas y recibir consuelo del que conoce tus sinsabores vitales.

El Homo Digitalis ni es bueno ni es malo por ser digital, pero si es cierto que el entorno digital nos cambia la forma de informamos, de aprender, de tener ocio y de relacionarnos, y en este sentido, influye en nuestra conducta fuertemente. Pero somos nosotros con nuestros pensamiento crítico (para informarnos), con nuestra atención plena (para aprender), con nuestros criterios morales (para el ocio) y con nuestra empatía (para relacionarnos) lo que determinamos ser cretinos digitales o ángeles digitales. “El medio condiciona el mensaje” decía Mcluhan, pero las personas somos consciente de ello y podemos condicionar el medio y el mensaje. No hay cretinos digitales que no sean cretinos personales y no hay ángeles que no hayan querido ser ángel. Lo humano del HOMO debe imponerse al DIGITALIS de lo digital, y sino seríamos Digitales Humanos. Por favor, sigamos apostando por el humanismo tecnológico.

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