Sin duda, pero multitud de gestores de empresas me hablan del momento de la no estrategia, incluso algunos me dicen que es estratégico no tener una estrategia predeterminada. Pues debemos lanzar una alegato por el esfuerzo estratégico en este momento, aunque sea para seguir el gran estratega que fue Dwight D. Eisenhower que dijo antes del desembarco de Normandía “Al prepararme para la batalla siempre me ha parecido que los planes son inútiles, pero el planteamiento indispensable”. Luego necesitamos de planteamientos, de pensamientos que focalicen en los retos y ante todo la ilusión y el esfuerzo compartido que implica una estrategia empresarial. Y, precisamente en este momento que no sabemos qué hacer es cuando necesitas pensar en qué podemos hacer.
El ajedrecista ruso Tartakover decía: ”Táctica es saber qué hay que hacer cuando hay algo que hacer y estrategia es saber qué hay que hacer cuando no hay nada que hacer”. Estamos en momentos estratégicos, al borde de la salida de una macro crisis que nos ha capitalizado el debate económico de los últimos cinco años ¿Cómo vamos a salir sin plantear el futuro con retos ilusionantes por su planificación compartida?
La estrategia empresarial es la primera piedra de nuestra regeneración empresarial, no vale encerrarnos en la pereza estratégica que supone ir al rebufo de la realidad. Los “no estrategas” les gusta navegar y surfear entre las olas de la realidad, virando de dirección estratégica según sople el viento económico, pero así sólo sobrevivimos en la tormenta pero si queremos salir debemos marcar una ruta y perseverar en el intento de alcanzarles. Porque si no, casi seguro que seremos objetos de otras estrategias de empresas competidoras, ya que si no cuál es nuestra forma de competir, alguien elaborará su propia estrategia contra nuestras fortalezas actuales.
Es decir, hay que mover ficha para que no nos muevan o como decía el escritor Giuseppe Tomás Di Lampedusa: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. El éxito post crisis se debe labrar en la estrategia configurada durante la crisis. Es el momento para hacer estrategias y no esperar a tiempos mejores que nos pillen combatiendo los embates de nuestra competencia ¿Pero por qué hacer ahora la estrategia empresarial incide en la salida de la crisis? Porque en lo que la estrategia fundamentalmente incide es en la actitud directiva. Tener estrategia futura implica ser estratega desde este mismo momento.
En este sentido, la psicología del trabajo ha destacado cuatro beneficios psicológicos del pensamiento estratégico:
1. Actitud proactiva y no reactiva. Tener estrategia empresarial implica buscar el cambio por nuestra planificación prevista. Tener una actitud provocadora de la acción y no ser buenos gestores de la reacción más eficaz al entorno. Crear futuro pasa por asumir riesgos paulatinos de cambios que nos lleven aproximadamente a lo que queremos ser. La mejor consecuencia de esta actitud proactiva es que no trabajamos por lo que no queremos ser. A veces la ventaja de la estrategia no está en la exactitud de lo que queremos ser sino en la certeza de lo que no queremos ser. Solamente por este beneficio psicológico merece la pena ser estratégico. Esta actitud implica muchas consecuencias motivadoras para los profesionales que apoyen el cambio estratégico. Tener estrategia no sólo es motivador sino además movilizador de nuestro estado personal. Como se decía en la película “Peter Pan” de Walt Disney cuando el niño perdido decía: “¿Qué es una estrategia?” y el niño John Darling respondía “Es, eh.., es un plan de ataque”. Plantear una línea de actuación no implica que la estrategia se buena y acertada sino que es un hoja de ruta de nuestro cambio organizativo. Las estrategias están para orientar no para acertar. El éxito tiene muchas variables y como bien decía Einstein: “Si A es el éxito en la vida. A es igual a X más Y más Z (A= X+Y+Z), siendo X el trabajo, Y el placer y Z es no abrir la boca”. Por tanto, el éxito empresarial tiene muchas variables pero una básica es la actitud de buscar el éxito, el propio Einstein apreciaba más la grandeza de la voluntad que la grandilocuencia de la razón. Proactivos hasta el final, ya que ser reactivo implica que estamos en la planificación de otras estrategias del mercado.
2. Psicología del intento y no psicología de la sobrevivencia. Sobrevivir es una actitud que se convierte en aptitudes. En esta crisis, estamos llenos de empresas que se han auto mutilado para sobrevivir y no tienen otra estrategia que resistir. Resistir, mantenerse, no hundirse, centrarse en lo que sabemos hacer son multitud de tácticas actuales que empobrecen a las empresas. La psicología de la sobrevivencia nos encierra en el discurso de que estoy en lo cierto y el entorno nos hace reducir pero no renunciar a nuestra estrategia. El estilo vital de esta psicología ocasiona recortes, reestructuraciones, planes de contingencias, al fin y al cabo, una psicología de perdedor. En cambio, plantear una estrategia implica intentar cambiar para entender de otra forma el entorno y fruto de su acción podemos influenciar en el entorno. La psicología del intento presupone una actitud positiva, creando nuevas ideas, nuevos intentos y ante todo, un entorno más motivante que cuando estamos encerrados en nuestras penurias económicas. Nadie nos asegura que la estrategia funcionará pero mientras trabajo en ella me siento motivado y ante todo tengo ilusión para cambiar.
Como sabemos en la ciencia denominada economía conductual el psicólogo Daniel Kahneman nos indica las dos formas que tiene un hombre de interpretar una realidad: una inmediata o hedónica (psicología de la sobrevivencia) y otra ligada al desarrollo completo de su vida (psicología del intento). Nadie puede quitar el “depósito emocional” que nos aportan los intentos estratégicos que estamos luchando. Intentar que al menos queda la emoción de intentar.
3. Aprender de los retos y no gestionar entornos pobres. Los retos estratégicos implican introducirnos en nuevos mercados, productos, servicios y/o cambios organizativos. Siempre implica aprendizaje nuevo cuando nos introducimos en una nueva estrategia. El centro de la acción no está en los imponderables del entorno sino en la ilusión de un nuevo reto. Como dicen los psicólogos, el “locus of control” se vuelve a situar en tu empresa y no sólo en el entorno. Estos retos implican aprender nuevos conocimientos, tener nuevas aptitudes y mostrar nuevas actitudes. Frente a la falta de estrategia de la que sólo se puede aprender la capacidad de resistencia a la frustración. No me vale sólo tener líderes con resiliencia (como dicen algunos que no suelen leer bien la psicología positiva) sino líderes ilusionados y que ilusionen a partir de su capacidad de resiliencia. La resiliencia es una variable del estado directivo actual que nunca sirve para ganar sino simplemente para resistir. El futuro no se configura por el nivel de resistencia actual. Claro que tenemos que resistir, pero en la ilusión de nuevas estrategias competitivas. Resistir pero aprendiendo para tener futuro.
4. Involucración compartida y no resistencia individual. Una estrategia posee capacidad de ilusión de un equipo e implica compartir el cambio estratégico. Mientras la sobrevivencia suele apelar a competitividades individuales (que cada uno salve su culo) la visión compartida es un buen beneficio estratégico porque saldremos fortalecidos de la crisis con un equipo preparado a pensar en futuro. Lo estratégico es generar equipo que esté ilusionado por cumplir una estrategia y, por tanto, en crear una nueva realidad empresarial diferente a la actual. Quién cree un futuro distinto supone una acción más responsable en su presente. Y, como decía Eal Gray Stevens el éxito, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas las preguntas. Estar involucrado en un equipo pensando estratégicamente en el futuro es ante todo, ilusionante pero sobre todo, motivante.
Como decía Rafael Nadal: “En la vida hay cosas más importantes que ganar o perder”, es decir, en las empresas hay que generar personas proactivas que intenten cosas nuevas, que aprendan para el futuro y que estén involucradas con un equipo y una empresa. En fin, que tener estrategia es estratégico y no tener estrategia en este momento simplemente es táctico. Y, como decía Sun Tzu (que no nació en mis tierras palentinas pero como si así fuera): “La táctica sin estrategia es el ruido que precede a la derrota”. No lo dudéis, estamos en tiempos de estrategia y más que brotes verdes debemos ver caminos ilusionantes. No os agobiéis que las postcrisis nos coja con la sonrisa de tener una estrategia. Y como decía mi tótem Leonardo Da Vinci: ”Quién de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz” y, por ello, simplemente os susurro lo estratégico es tener una estrategia.
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