Un escritor heterodoxo como Boris Vian nos decía que “todo es verdad porque me lo he inventado todo”, yo a veces lo asemejo a la innovación. Todo es susceptible de innovarse, porque todo lo que está establecido fué inventado o innovado anteriormente. Por tanto, cuando la innovación se convierte en un hábito, necesitas el cambio para volver a crear nuevos mercados, con nuevos productos y servicios y con nuevas formas de vender.
En este momento debemos reinventar negocios por muy clásicos que sean y necesitamos de la actitud innovadora. La innovación empieza por crear nuevas soluciones a viejos problemas o cambiar las viejas soluciones que no valen
La actitud innovadora y su fomento me recuerdan aquella manifestación de nuestro querido Quevedo que decía: “todos anhelamos llegar a viejos (crear innovación), pero todos negamos que lo somos (ser innovadores)”. Hay que desarrollar la actitud innovadora como el inicio del dialogo creativo, pues por tradicional que sea un negocio siempre hay posibilidad de reinventarlo. Algo tan clásico como el circo y hemos creado uno sin olores, animales ni payasos (Cirque Du Soleil), o también tan tradicional como la cafetería hemos creado un café personalizado y variado (Starbucks). Por lo tanto, la innovación tiene el famoso “Efecto Barnum”, es decir, cuanto más genérico y vago es nuestro pronóstico sobre nuestra capacidad de cambio más identificados nos sentimos con dicho vaticinio. En el fondo, todo el mundo quiere ser innovador y no se atreve a aceptar que en el querer cambiar está el propio cambio.
Hay cuatro tipos de innovación según en qué y cómo innoves:
- La innovación por confianza. Cómo cambiar con los mismos productos/servicios y en el mismo mercado: Innovando el concepto, introduciendo formas, sistemas de trabajar diferentes que hagan atractiva la oferta. Por ejemplo, seguimos haciendo la pedicura pero introduciendo los “garrarufa” que son unos pececillos originales de Turquía. Es la innovación en el concepto ó cambio de la visión del mismo negocio fruto de nuestra confianza en nuestro saber y prestigio personal.
- La innovación por océanos azules. Es buscar nuevos mercados para los mismos productos y/o servicios. En este caso se trata de encontrar nuevos ámbitos de aplicación de nuestro saber hacer u oficio de los mismos productos que hemos realizado tradicionalmente. Esta estrategia del océano azul de W. Chan Kim y R. Mauborne consiste en ir a pescar a caladeros nuevos donde todavía no esté la competencia, pero a partir de nuestra historia de aprendizaje. Un ejemplo de este tipo de innovación es la moda de los “amigurumi” que han revolucionado el arte del ganchillo, empleándolo no en hace manteles y/o vestidos sino en confeccionar muñecos, y con ello se ha rehabilitado en Japón el arte de hacer ganchillo con un crecimiento espectacular del mercado. Es la innovación por la internacionalización ó por el cambio de sector y/o mercado.
- La innovación por nuevos productos/servicios. Aquí se trata de crear nuevos productos y/o servicios en nuestro consolidado mercado. El mercado lo conocemos, tenemos prestigio y se trata de encontrar nuevos productos para que nuestros clientes tradicionales sigan consumiéndolos por confianza en nuestra marca. Se trata de romper el concepto de Horacio de “Aurea mediocritas” o ”sentirse feliz con su medianía”, hay que buscar nuevos retos para un mismo consumidor. Es la innovación más tradicional porque implica menos cambios, en realidad sólo de producto, pero siguiendo un mismo mercado. Por ejemplo las 70 variedades de Yoga que se han creado en los últimos años, son diferentes productos (Hot yoga, Bikran yoga, etc.) pero para un mismo consumidor. Es la innovación práctica sin cambiar nuestro conocimiento de mercado.
- La innovación por diversificación. En ocasiones, habitual en contextos de crisis “desectructuradas” como las que tenemos en este momento, necesitamos innovar con nuevos productos/servicios en nuevos mercados. Es la innovación total, no tenemos ni seguridad por nuestro oficio ni tampoco por el conocimiento de mercado. La diversificación en la innovación implica cambiar escenarios y cambiar actores para hacer una nueva obra de teatro. Esta estrategia radical sólo tiene como base a las personas de la propia empresa, que tienen que aprender un nuevo mercado y tienen que crear unos nuevos productos. Cómo decía el inolvidable Cantinflas: “Ahí está el detalle, en que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”. Ejemplo de este tipo de innovación es APPLE que ni vende ordenadores ni vende al usuario habitual con el lanzamiento del IPAD. Ha creado un nuevo mercado, es la innovación total del mercado de tablets que se prevé que en el 2013 se equipare al mercado de los ordenadores.
Como vemos hay muchas formas de innovar y yo creo que es inevitable aceptar que sin innovación no hay solución al “monstruo” de puertas a fuera de la empresa (el ciclope mercado en crisis). Como nos enseñó Joseph Conrad cuando decía “enfrentarse es el modo de resolver el problema”, nada tiene solución sin la actitud original de enfrentarse a los problemas.
Esta actitud innovadora depende mucho de la cultura empresarial, de ahí la necesidad de invertir tiempo en configurar, esculpir e interiorizar unos valores culturales que fomenten la creatividad y por tanto, la innovación como la forma de encarar los problemas. De ahí también, la necesidad de Empresas Leonardinas, es decir, empresas que acepten la innovación como base de su saber hacer y como Leonardo Da Vinci reivindiquen que el saber es importante por su capacidad de generar algo nuevo. Basándome en su famoso Tratado de Pintura escrito hacia 1498, pero no recopilado hasta el S. XVIII, hay una serie de valores muy útiles para las empresas que quieren innovar. En el Grupo BLC desde 1997 hemos propuesto como nuestras competencias técnicas basadas en los siguientes valores:
- CURIOSITA. Innovar implica estar orientado al aprendizaje continuo. Aprender en todo momento y estar abierto al cambio como fruto de nuestro saber. PASIÓN POR APRENDER.
- DIMOSTRAZIONE. El saber es una condición necesaria pero necesita la experiencia. El error está permitido, no está permitido no aprender de él. Ensayar y volver a repensar en su entorno. EL ERROR COMO EXPERIENCIA.
- SFUMATO. Para innovar debemos convivir con lo ambiguo, tener tolerancia a la incertidumbre propia de épocas de cambio. Convivir con grises sin seguridades de blancos ó negros. AMISTAD CON LA AMBIGÜEDAD.
- ARTE/SCIENZA. Para tener una gran innovación hay que sudar la camiseta. El trabajo técnico bien hecho es el principio de una gran innovación. Nadie crea arte sin un continuo trabajo previo técnico. SIN TRABAJO NO HAY ARTE.
- CORPORALITÁ. La innovación necesita de personas integrales que compensen su estabilidad profesional con un alto nivel de conciliación del trabajo con sus afanes vitales. EQUILIBRIO PERSONAL/PROFESIONAL.
- CONNESIONE. Todo está conectado en una innovación. El desarrollo de una visión integral e integrada de los productos y/o servicios nos lleva a comprender la realidad como un ente globalizado. TODO ESTÁ CONECTADO.
Con estos valores leonardinos que el Grupo BLC preconiza y que ayuda a las empresas a instaurarlos, conseguimos tener una cultura de innovación.
En el libro “Pensar como Leonardo Da Vinci” de Michael J. Gelb empezó a esbozar esta técnica, que hoy es muy parecida a la cultura de éxito de APPLE ó GOOGLE. “Innovar ó morir” – decía mi peluquero- cuando me trataba de vender otro corte de pelo para mi ostensible calvicie, pero la necesidad de innovar debe encontrar el ecosistema propio por una cultura abierta al cambio que implica la innovación (es decir, tener pelo).
Para terminar solamente señalar dos tipos de innovación que a mí me dan mucho miedo, por un lado la Innovación Cantinflas: “hablar mucho sin decir nada”, ¡cuántas conferencias sobre innovación en las que he estado donde lo más innovador era el silencio!.Y en segundo lugar, tenemos la innovación Bob Marley, entre fumadas este cantautor decía que no podía tomarse un día libre porque tenía que iluminar la oscuridad, los que predican la innovación como una iluminación mística novedosa.
La innovación ha existido siempre dando lugar a diferentes formas de actuar: el estribo cambió la forma de guerrear, la campana cambió la comunicación en los pueblos, etc. En fin ni innovadores Cantinflas ni innovadores Bob Marley, dejemos que el cambio y la innovación sean un proceso normal de nuestras empresas.
Las empresas necesitan la normalidad para entender la innovación como una actitud de su persona, apoyándose en una cultura que la propicie y ante todo, tamizar lo innovador con el sentido común del querer pragmático de nuestros clientes en busca de la innovación perdida.No se trata de ir al fin del mundo sino solamente buscar en tu corazón.
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