“O cambias o te cambian” e incluso el aserto de que “siempre habrá una buena razón para no cambiar” son expresiones que hablan del nivel de dificultad para aceptar el cambio. Una gran tragedia humana está no en la envergadura del cambio sino en la potenciación de la resistencia al cambio a través del pensamiento racional.
Las actitudes de aceptación del cambio son un mecanismo darwinista de evolución, nadie niega el valor de lo anterior, pero que suerte tenemos de tener más formas de expresar y sentir la realidad.
Este entorno digital en el que nos movemos preestablece un nuevo concepto del trabajo. No está solo el trabajo en producir contenidos personales sino en crear visiones compartidas de conocimientos, en relativizar tu saber en la importancia de saber quién sabe para aprender de él. La red nos posibilita la disponibilidad de un conocimiento más social de la realidad.
Este renacimiento digital implica un cambio radical en el concepto de trabajo, que nosotros modestamente hemos llamado Empleado 3.0 que supone los siguientes cambios y también los siguientes peligros:
1. Espacio de trabajo. El concepto oficina debe cambiar para adaptarnos a una realidad más diversa en el trabajo. La estancia en un lugar común a través de un horario se transforma en el concepto de reunión cuando es necesario compartir conocimientos. A más flexibilidad más espacios comunes para reunirse.
2. Tiempo de trabajo. El horario no asegura que un trabajador del conocimiento que utiliza su saber no tenga absentismo psíquico. No se es mejor trabajador si su productividad se cifra en su dedicación y no en sus esfuerzos que se transfieren a los resultados. Es más importante el concepto de “tiempo al unísono compartido”.
3. Forma de trabajar. Este nuevo ecosistema digital nos facilita el intercambio de opiniones pero a su vez nos puede paralizar de tanto compartir. Más allá de formas de trabajar debemos adoptar los roles que deben ponerse en juego para la eficacia. La productividad del equipo no implica el reparto de roles cualificados según cada aportación individual.
En fin, una suerte poder vivir este momento de trabajo donde el espacio, el tiempo, la formas de trabajar y la formas de dirigir están cambiando.
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