“Dice la leyenda que un rico viudo indiano quería para su hija el mejor pretendiente. Recién instalado en su tierra se le acercaba multitud de pretendientes y el iba rechazando aquellos que solo venían por su dinero que tanto le había costado ganar. Su hija sabia que su padre iba a intervenir en la elección de su futuro marido, así que le dijo que elegiría a un pretendiente de los tres candidatos que eligiese su padre, siempre que fuese uno rico, otro sabio y el último alegre. Su padre acepto el reto pensando que elegiría alguno de los dos primeros. El pretendiente rico claro que le iba a dar bienes, viajes y palacios, y por su posición le daría una vida despreocupada. El sabio le daría su amplia sabiduría y por él podría estar con premios nobeles, tener fama literaria y prestigio social. Y cuando llegó al alegre, este simplemente le dijo que el no le daría ni dinero ni sabiduría, solo que estaba seguro que podría construir entre los dos una familia normal y alegre. El padre que tenía duda entre los dos primeros le dijo ¿Cuál elegís?, y la hija le respondió el alegre “Porque es el único que ha hablado de nosotros y no desde el yo, e igual que tu padre el puede llegar a ser rico habiendo sido pobre, a ser sabio habiendo sido inculto, pero nunca yo podría ser feliz con alguien que no apostara por mi como persona. Y la boda fue con el pretendiente discreto”
Estamos en un entorno rodeados de egos. Las redes sociales son altavoces yoicos de continuo eco social. Volvemos a un concepto del S. XIX el egotismo. El egotismo se puede definir como la excesiva importancia concedida a si mismo y a las propias experiencias vitales. Tendencias a hablar o escribir de modo excesivo sobre mi. Este término difundido por Stendhal (su libro Recuerdos de egotismo de 1832) no es egoísmo sino dar importancia a cualquier cosa que te pasa a ti simplemente porque eres tú. El continuo tintineo de Instagram con fotos absurdas de tu día cotidiano o las insulsas apreciaciones de un influencer que ya no sabe de qué hablar nos lo recuerda. Siempre me impacto mi maestro Miguel Ordoñez cuando me dijo aquel proverbio hindú, “Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio” El silencio es el mayor bien de un gran conversador. Este egotismo se ha acusado por las redes sociales con multitud de observaciones papanatas sobre acontecimientos diarios, agotándose en selfies psicológicos continuos que solo llevan a envanecerse en pretendidas genialidades de raigambre vulgar.
Un profesional de Recursos Humanos que hoy analiza las redes sociales y hace selección debe tener en cuenta el afloramiento de tres fenómenos psicológicos que ocurren en el mundo virtual. Por una parte, el mencionado Egotismo que se trata de hablar hasta la saciedad lo que le ocurre a uno mismo. Por otra parte está el Beylismo del mismo Henry Beyle (Stendhal) donde se refleja una actitud de hacer memorable cualquier experiencia incluso la más nimia. Y por último el Adanismo creyéndose que se está descubriendo una experiencia por primera vez, sin tener en cuenta la historia anterior. Es decir, tus redes sociales están llenas de “experiencias inolvidables” “vivencias únicas” y “nuevas verdades”, y se resume en la actitud de querer ser importante no por lo que haces, sino por lo que dices que eres. Ser alguien diferente necesita de hacer algo diferencial, y no entrar en un continuo narrar ideas sin entornar el nosotros, sin hacer empatía social o simplemente, sin leer e ilustrarse sobre anteriores experiencias ajenas.
Es útil que desenmascaremos algunos términos que utilizan las redes sociales y nos evitan a los normales mortales aceptar que cualquier opinión es válida pero esto no significa que sea correcta. ¿Cuántos influencers en Recursos humanos han tenido responsabilidades en el área de Recursos Humanos? ¿Cuántos apóstoles de la felicidad han tenido experiencia tipo “Victor Frankl”? Yo creo que no es lo mismo predicar que dar trigo. Menos homilías digitales y más diálogos y conversaciones. Por eso, es necesario que nos preguntemos sobre 5 preguntas que siempre me hacen sobre la exposición al entorno digital ¿Y yo estoy en las redes sociales? Por supuesto, con un criterio de Slow Social Media, es decir, que no digo nada si no es necesario y, ante todo, no cuento mi vida en las redes porque me gusta más vivirla que contarla.
Las preguntas son:
- ¿Tengo que hacer Personal Branding? Esta pregunta me la hacen todas las personas de origen analógico que a la fuerza debe ser digital y que piensa que el Personal Branding es necesario para encontrar empleo. Pues sí, pero lo mismo que en tu vida real, una sobreexposición virtual es tan ridícula como una excesiva participación en eventos sociales. Lo importante no es el cuanto, sino donde y el cuando hay que hacer Personal Branding. El enviar invitaciones de LinkedIn a “ttutiplain” simplemente es contraproducente ¿Qué va a hacer con amigos que no conoces? Tu Personal Branding debe tener un foco temático, un foco grupal y un foco de oportunidad. Es decir, debemos valorizar nuestra experiencia en un tema, frente a un grupo y en una ocasión determinada y no tirar a todo lo que se mueva en las redes sociales. El escaqueo digital o divagaciones virtuales son tan inconsistentes que más que tener una buena imagen te tilda de inconsciente. Aquí hay otro gran problema, mensajes originales o recomendaciones de otros existentes, pues ¿depende? Hacer solo cuestiones originales parece que te encierras en tus pensamientos y comentar continuamente noticias ajenas parece falto de criterio. Hay que balancear aportaciones propias con apoyos ajenos.
- ¿Tengo que convertirme en un influencer? Depende de tu objetivo si es encontrar trabajo o hacer empleable tu curriculum no puedes caer en la vitola de egotismo que tiene todo influencer. La propia forma de medir el ser un influencers a través de seguidores es perversa porque debe encadenarse continuos mensajes socialmente aceptables. Por tanto, es el influencer alguien original o más bien alguien que engancha con la forma habitual de pensar de las personas. Pocos influencers son personas que se distinguen por su originalidad o que plantee ideas discrepantes con lo correcto, más bien son altavoces bien entrenados para decir en bonito lo que la mayoría de la gente quieren. Influir es una palabra preciosa que la estamos mal configurando con intereses económicos de ropa, zapatos y bebidas. En mi juventud yo tenía mis influencers, pero eran personas que destacaban por su originalidad, profundidad de conocimiento o integridad ética. ¿Qué valores transmite un influencer en las redes? Si una modelo de escasa experiencia y rudos estudios se atreve a pontificar sobre la felicidad. Es respetable cualquier opinión, lo que es criticable es la formación del que la escucha sin poner un rictus de sorpresa por su adanismo.
- ¿Si quiero tener amigos debo estar en las redes sociales? Sin duda, las redes sociales han sido un gran avance de poder contactar con gente que de otra forma no podría haber sido. Pero hay que diferenciar a los no-amigos de LinkedIn a los amigos de no-LinkedIn, mas vale que empecemos a saber utilizar la palabra amistad. Ser amigos es algo que se comparte, que sea vivido en común y que en un momento ha habido un destello de confianza. Es posible crearse grandes amigos que se conocen inicialmente en las redes sociales, pero para llamarse amigos deben tener un puente verbal (una materia que compartir), una vivencia común (tomar café, aunque sea virtual) y, ante todo, haber tenido confianza uno con el otro (conocerse emocionalmente). El networking necesita de las redes sociales para ampliarlas, pero necesita de lo personal para profundizarlas. Bienvenida la oportunidad de las redes sociales pero no invalidando el valor del darse la mano, la palmada e incluso el abrazo personal.
- ¿Si quiero ser alguien tengo que tener un blog? Lo importante no es tener un blog sino el contenido que puedes aportar. Hay multitud de blogs llenos de obviedades y simplezas que dice mucho del que lo hace más de lo que dice. En esta pleyáde de coach egotista que nos invade estamos llenos de Américas recién descubierta o de perplejidades de primero de Psicología. ¿Por qué no había que exigir más conocimiento psicológicos a estos coaches que no acosan con blog de primaria? Tener un blog necesita de hechos, investigaciones, vivencias diferentes y no simplemente de narrar tu día a día o poner bonitos amaneceres o gatitos con brillantes frases descontextualizadas. La libertad de escribir un blog se debe contrarrestar con la autoexigencia de leer cosas originales y no enlatadas. La decisión de escribir un blog debe olvidarse del “efecto diario” para no caer en la narración continua de pequeños asombros diarios. Un blog debe recoger opiniones propias, creaciones únicas tematizadas y centradas en aportaciones originales.
- ¿El futuro es ser un instagrammer? El contar tu vida en momentos fotográficos o en videos de indudable rango onanista no me parece el futuro. Tu huella digital debe tener una hoja de ruta, el hoy puede ser un eslabón critico de tu mañana. Publicar en Instagram o Facebook tus aconteceres vitales como diario de adolescente no es precisamente tu mejor carta de presentación en el futuro. Lo que debemos pensar es que compartir es un elemento básico en la sociabilidad actual, pero no debe olvidarse que la estructura se encuentra en tus continuos intercambios sociales, no solo de hoy día sino del mañana. Hay que ser prudente para evitar que una buena idea actual se convierta en una mala idea del pasado, pues si el entorno persiste puede incidir al menos que mi reflexión del futuro sopese la inmediatez del compartir actual.
En fin, que en Recursos Humanos valoramos aquellas personas que tiene un discreto Personal Branding en las redes sociales, que influye en una materia, o grupo o momento, que se abre a nuevas contactos en las redes sabiendo que no son amigos, que puede tener un blog centrado en su saber y que evita publicar muchas “instantáneas” en las redes sociales. Pues no os equivoquéis, no hay redes sociales profesionales y personales, hay solo redes sociales y cualquier contenido circula por osmosis entre lo personal y lo profesional. Y como bien dice Niall Ferguson en su gran libro “La Plaza y la Torre”, las redes sociales no tienen nada de novedoso, y el poder vertical no solo lo tiene el que manda sino también aquel que otros piensan que tiene el poder. Dar poder al egotismo de los influencers, youtubers e instragrammers es perder el norte del conocimiento y la ciencia como elementos ejemplarizantes de nuestra civilización. Y sino diremos lo que dijo Mahatma Gandhi al responderle a un periodista de que opinaba de la civilización occidental, a lo que este respondió que le parecía que sería una buena idea………… una buena idea sería limpiar las redes sociales de egotismo.
Javier Cantera,
Presidente de Auren Blc y
Fundación Personas y Empresas
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