HUMANISMO TECNOLÓGICO: ¿HAY TECNOLOGÍA SIN PERSONAS?


El debate actual no es la digitalización sino la adaptación de las personas a la digitalización. La tecnología posibilita la creación de nuevos paradigmas sociales (redes sociales, formas de ver la televisión, trabajo colaborativo en remoto, etc.) y sobre todo, nuevas formas de expresión del talento en las empresas. Nunca en las últimas décadas para menos ha servido la experiencia previa de trabajo para predecir el éxito futuro. ¿Por qué ven las personas la tecnología como algún ajeno al ser humano? Somos los hombres los que hacemos la tecnología y somos nosotros los que nos tenemos que adaptar a ella. La capacidad de aprendizaje siempre ha sido muy importante pero ahora es vital. Porque la cantidad de usos y habilidades a desaprender y la inversión diaria a adaptarnos a situaciones de cambio profesional es inmensa. La futura empresa biónica, como dice el BOSTON CONSULTING GROUP, será aquella que aspira a incrementar las capacidades de las personas que trabaje en ellas, gracias a las soluciones digitales y tecnológicas. El aumento de la inteligencia humana a través de las capacidades digitales que produzcan una empresa más adaptable, queda muy bien como proclama de consultoría, pero tiene muchas implicaciones psicológicas.

La psicología nos pone encima de la mesa la importancia de variables personales a la hora de aceptar el cambio y como apropiarse uno mismo dicho cambio, por tanto, toda reflexión sobre la digitalización debe contemplar una visión psicológica.

En el Centro Global para la Transformación Digital del Negocio (DBT Center) que es una iniciativa conjunta de IMD Business School y Cisco se ha debatido mucho sobre esta temática. En un foro en el que participé sobre humanismo tecnológico establecí, conjuntamente a las reflexiones de este centro de investigación que, según criterio, que es el cambio psicológico es el principio y el fin de la digitalización y que pasamos a analizarlo:

  1. El concepto de las empresas no son orugas, que es menciona en el libro DIGITAL VORTEX del BBT Center, es el principio de cualquier proceso de digitalización. El cambio de las personas que tiene que aceptar la tecnología no es disruptivo. La moda de hablar de DISRUPCIÓN es una visión tópica del cambio, no es un episodio que tenemos que superar, ni un obstáculo de su empresa, sino que debemos abrazar el cambio propiamente. La digitalización es un cambio evolutivo que nunca acaba, es una propuesta de valor de aceptar el cambio como algo diario y no algo que hay que hacer esporádicamente. Mi primera conclusión en ese foro, es que no hablemos de metamorfosis de pasar de orugas analógicas a mariposas digitales, sino más bien de epigenética, que implica que rasgos del cambio digital en el día a día se incrusta en el ADN personal.
  2. El planteamiento que cualquier cambio es social, es decir, implica interdependencia de unas personas con otras, es importante pensar que nadie cambia sin involucrar a sus grupos de referencia. De aquí la importancia de los agentes de cambio, aquellos adalides que propician la gestión del cambio por su eco social. Es muy interesante la ejemplaridad de los líderes, el reconocimiento de los pioneros, el valor de convertirse en un colono del cambio. Por tanto, no es un reto individual y/o personal sino grupal, y además, debe tener una sintonía de valor social para ser importante en su desarrollo.
  3. El concepto de orquestar la transformación, este termino utilizado en el libro DIGITAL VORTEX, recoge una idea precipitadora para el cambio. El líder debe movilizar y habilitar para conseguir un efecto deseado, esto significa el termino orquestar. Esta definición del DBT Center me ha dado muchas alegrías en mi labor coach de líderes empresariales cuando les intento describir que en la transformación digital tiene que ser revolucionarios y monarcas a la vez. Que les quiero decir con esta metáfora que tiene que agitar el cambio como si fuera un CHE GUEVARA, no vale con dejar al Departamento de Sistemas de información o Estrategia a la digitalización el marrón de la digitalización, sino que debe movilizarse él y a los demás hacia al cambio. Pero no puede ser sólo un movilizado sino tiene que gobernar este proceso habilitando recursos y saber poner medallas como hace un típico rey. Movilizar y habilitar es la dupla de la gestión de un líder en la transformación digital.
  4. Y por último, cualquier cambio debe ser empático ¿Quién se pone en lugar de la persona que debe adaptarse al cambio tecnológico? Pero no solo ponerse con tu forma de pensar sino con su forma de pensar. Hay directivos que no hacen empatía sino proyección. Proyectan su forma de pensar, en el qué quiere que cambie y luego se sorprende que no quiera cambiar. Un cambio empático implica además de involucrar a las personas desde su génesis posibilita que los “cómo” sean definidos por las propias personas para conseguir los “qué”. Para conseguir la transformación digital debe ser asumidas por las personas como propia, hacerse “owner” de su cambio y no ser un proceso homogéneo redactado por una mente de proceso ingenieril.

Y concluía mi intervención manifestando que la transformación digital empieza y acaba con las personas y por tanto, rompamos estos cuatro mitos que multitud de consultoras que los utilizan y a veces nos obnubila la mente.

TRANSFORMACIÓN DIGITAL

  • No es DISRUPTIVA tiene que ser EVOLUTIVA.
  • No es PERSONAL tiene que ser SOCIAL.
  • No es IMPUESTA tiene que ser ORQUESTADA.
  • No es HOMOGENEA tiene que ser EMPÁTICA.

En conclusión, el humanismo tecnológico plantea que la transformación digital debe basarse en la psicología de las personas para ser un cambio profundo de las organizaciones. Y la psicología científica nos pone encima de la mesa multitud de técnicas para que el cambio sea gradual pero evolutivo (entre el cambio incremental y el disruptivo está el cambio gradual evolutivo), para que el cambio sea social para apoyar tu cambio personal, para que el cambio esté orquestado dejando a los solistas su destreza individual pero que hagamos una melodía con la gestión de la empresa, y para que el cambio sea empático y diferencial de cada persona confluyendo en conseguir el cambio aunque cada uno sea autor de su propio cambio.

Más psicología para transformarnos digitalmente porque no se trata de cambiar unos usos y técnicas sino cambiar una mentalidad. No hay que aceptar el cambio hay que amarle y abrazarle, porque si tenemos esa mentalidad cualquier cambio tecnológico será simplemente un avatar en nuestra carrera. Y para acabar una frase que presidia mi habitación de inquieto adolescente “Cuando hayas acabado de cambiar, estás acabado” de Benjamín Franklin, yo os juro que moriré cambiando.

HOMO DIGITALIS: ¿CRETINOS DIGITALES Y/O ANGELES DIGITALES?


El libro de Michel Desmurget con el título “la fábrica de cretinos digitales” insiste en el que el uso abusivo de las pantallas por parte de los niños incrementa su nivel de cretinez. Sin duda, que todo abuso genera adicción, pero creo que hay ver la otra cara, lo beneficios de lo digital. Leyendo el libro veo un juicio previo al intentar criminalizar el medio. Lo digital es un nuevo ecosistema de convivencia humana, y surge todas y cada una de las emociones humanas, porque no deja de ser una mera obra humana. El homo digitalis no deja de ser homo. En ese sentido, es muy útil analizar la relación humana con el ecosistema digital principalmente en cuatro procesos:

  1. Cómo nos informamos.
  2. Cómo aprendemos.
  3. Cómo desarrollamos nuestros ocios.
  4. Cómo nos relacionamos.

Estos cuatro procesos humanos se pueden cretinizar o beneficiar en el área digital y es nuestra acción humana la que lo define y no es el medio el que genera la situación.

Un análisis del cambio profundo que implica ser un HOMO DIGITALIS pasa por ver los cambios profundos que posibilita este medio digital:

  1. La información es superabundante: Dicha infoxicación requiere de un mayor nivel de selección de fuentes, tipo de noticias, medios, etc. No estamos preparados a la exuberancia de la información en el medio digital y por eso caemos en las redes de los algoritmos que nos selecciona lo que tenemos que leer, ver y analizar. Hemos pasado de un ecosistema de información más pautado y específica a un entorno de información muy explosivo de enormes reclamos y ventanas abiertas. De la información a través de canales más profesionales (la querida profesión de periodista) a la información de cualquier “prosumidor” de certezas o aviesas intenciones. Hemos ganado en cantidad, pero no en calidad, y además hemos conseguido una selva de informaciones con perversos riesgos para estar bien informado. La enorme exuberancia de la información se convierte en una dificultad a la hora de discriminar las buenas de las malas noticias. En este sentido, surgen las siguientes distorsiones básicas:
    1. Fake news: Noticias falsas que dentro de esta selva pueden proliferar para intentar introducir la noticia interesada con piel de cordero. Todo es posible y nada es imposible. Estamos en la selva y los peligros acecharan en cualquier lugar y la desinformación interesada conlleva la generación de opiniones radicales, fruto de una mala información manipulada según intereses preestablecidos. Es el ecosistema ideal del bulo, de olvidarse de la denominación de origen de la noticia y generar bucles de desinformación como se facilita las mentiras en los rumores. Nunca antes ha existido tanta oportunidad de generar bulos interesados y tan poca claridad en su verosimilitud.
    2. Algoritmos que crean “orejeras informativas”: Los algoritmos que interpretan tus gustos y preferencias y que te van relacionando aquellos videos y noticias que tienes que ver, genera una visión poco rica en opiniones diversas a tu forma de pensar. Si antes las personas condicionaban su forma de pensar leyendo un periódico exclusivo, hoy día pueden manejar varios medios de información digitalmente, pero la final el “papa” algoritmo nos va condicionando en las noticias o videos de YouTube que tienes que ver. Tienes que ves solo lo que te interesa. El algoritmo te selecciona y, por tanto, te condiciona tu riqueza de información.
    3. Radicalización de opiniones: Al ser una verdadera selva de opiniones diversas y sin autoría clara, y con algoritmos limitadores y con intereses determinados es normal que afloren un mayor número de opiniones radicales. Esta selva de odiadores y de profesionales de la mentira encuentran su edén en la infoxicación. No es extraño la aparición de opiniones populistas, certeza de indudable tufo ideológico y, ante todo, opiniones camufladas como certezas científicas. Nunca ha estado tan en entredicho el discurso científico como ecosistema de certezas y surge la visión naíf de verdades a medias que confunden al más avezado lector.

En fin, en nuestro ecosistema actual rico en opiniones genera que el ser humano se encuentre rodeados de bulos que desinforman, algoritmos que le limitan y de opiniones radicales camufladas de cuasiverdades científicas. Sin duda, que les ofrecen muchas oportunidades de información, pero debemos fomentar el pensamiento crítico, preguntando continuamente los intereses y criterios que hay detrás de cada información, procesar equilibradamente dicha información y verificar con diversas fuentes para generar juicios más válidos de la mera asunción de una noticia.

  1. Aprendemos más pero menos profundamente: Muchos autores y estudios están ratificando la superficialidad del aprendizaje que estamos abordando en el ecosistemas digital. La riqueza de oportunidades de aprender al tener a nuestra disposición todo el conocimiento actual en “san internet” nos lleva a estar picoteando conocimientos sin obtener esquemas claros de aprendizajes. Podemos aprender mucho pero no sabemos como tenemos que aprender cuando disponemos de tantas opciones de instrucción y con tan variados métodos de aprendizaje, la gamificación, la interactividad, la mezcla de videos, podcasts, textos, infografías, etc., son procesos de indudable poder pedagógico, pero falta la “guía” del aprendizaje pensado por el autor que acompaña al alumno en su aprendizaje, y podemos observar estas barreras de aprendizaje.

 

  1. Rupturas del nexo maestro-aprendiz: Todo aprendizaje para ser una experiencia significativa necesita de un ecosistema de confianza entre el que enseña y el que aprende. En el mundo digital, se empodera tanto al aprendiz que diluye la imagen del maestro. El aprendizaje multifuente genera que la consideración del aprendizaje sólo depende del que está aprendiendo, no existiendo el proceso maravilloso del aprendizaje vicario a través del maestro. Y cuando se tiene un maestro “online” es un proceso enlatado y no costumizado para cada persona, porque falta el proceso del maestro pensando en el aprendiz y adecuando los medios a sus posibilidades.
  2. El maldito pensamiento del multitasking o la posibilidad de pensar y crear ventanas de información y poder mirar nuevos conocimientos cuando estamos desarrollando un conocimiento específico, y esto genera distorsiones en el objetivo y guía del aprendizaje. Los hipertextos que ayuda a comprender se convierten en muchas ocasiones en foco de distracción, para no profundizar en un conocimiento.
  3. El factor social del aprender: la disponibilidad de los compañeros para interpretar tu realidad de aprendizaje suele obtener conocimientos matizados por tus pares. Aprender sólo y sin tener posibilidad de contrastar como vamos entendiendo la nueva realidad conlleva una visión más superficial de lo aprendido.

El aprendizaje con más posibilidades se queda en una capa menos profunda, por la cantidad de información, por la falta de guías que te den compresión de los textos y ausencia de compañeros que te dote de sensibilidad lo que estás conociendo. El aprendizaje superficial genera especialista en generalidades y no generalista en la especialidad. Frente a ello, hay que fomentar la capacidad de atención focalizada para centrar al aprendiz en su aprendizaje útil.

  1. Ocios diversos sin criterios morales: las enormes posibilidades de introducirte en diversos juegos y alternativas de ocio del ecosistema digital nos hace perder la perspectiva del valor del ocio. El ocio es un medio diario de equilibrar nuestro “neg-ocio”, si el negocio se define por lo que no es ocio es lógica nuestra tendencia a querer estar en el ocio. Y como vivimos en un mundo lleno de tentaciones de ocio cuando tenemos que trabajar, estudiar, consultar, informar, etc., pasas a tener una relación diferente con el ocio.

El acceso continuo a posibilidades de ocio nos genera actitudes diferentes en cada momento al considerarlo como:

  • La facilidad de acceso evita la disculpa de dejar el “neg-ocio”.
  • La mezcla de ocio y negocio en principio es positiva, pero al final genera una visión distorsionada del valor del ocio y del valor del negocio.
  • La soledad del ocio necesita del componente social, de aquí el éxito de los juegos de competitividad social (juegos online) pero conlleva siempre una visión de enorme exageración del valor del ganar. El mundo de E-GAMES es un ecosistema de enorme competitividad que sin los valores “olímpicos” del deporte puede convertirse en un entorno de aprendizaje con darwinismo social.
  • La falta de cortapisas morales hace que nuestro ocio entre en entornos que distorsionen tus relaciones sociales. La entrada en páginas porno a los niños de 12 años es un ejemplo, de como una posibilidad digital (ya no se va a ocultar el Playboy en la alcoba) genera una distorsión de percepción sexual.

Y por último:

  1. Relaciones superficiales y superconectadas: El ecosistema digital nos permite conocer a mucha gente de muchos sitios a golpe de clic. Nunca anteriormente habíamos considerado a tantas personas como amigos. Los amigos han pasado a ser una lista de enorme longitud en LinkedIn, Instagram o en Tic-Toc, pero cada vez tenemos más soledad. La banalización de la amistad y la tentación de tener multitud de seguidores genera una distorsión en las relaciones, que valen simplemente un clic de aceptación. Este marasmo de plataformas de amistad nos genera la sensación ficticia de estar más rodeado socialmente, cuando al final sólo tenemos su foto y su chat, y no disponemos de lo más preciado de la amistad que es el verdadero afecto.

La superficialidad de las relaciones nos lleva a tener muchos seguidores, pero simplemente sabemos reconocer sus sentimientos. Felicitamos en su cumpleaños a personas que nunca llamaríamos por teléfono para felicitarle. Estas situaciones absurdas se generan por la mar de posibilidades digitales y que nos condiciona nuestra conducta de la siguiente forma:

  • Primar el estar conectado a la necesidad de tener amigos verdaderos. Los conocidos es el fin y no el medio de la amistad.
  • Buscar relaciones espúreas e interesadas y no verdaderas relaciones de amistad.
  • Encontrar personas afines por sus preferencias y gustos, pero no encerrarnos en un mundo de simples “likes”.
  • Atender multitud de grupos de WhatsApp donde lo importante es estar disponible y no la calidad de la amistad generada.

En esencia, muchas relaciones pero poca amistad hay en las redes. Estamos rodeados de multitud de personas, pero no de verdaderas relaciones con huella y que sirvan para contarle tus problemas y recibir consuelo del que conoce tus sinsabores vitales.

El Homo Digitalis ni es bueno ni es malo por ser digital, pero si es cierto que el entorno digital nos cambia la forma de informamos, de aprender, de tener ocio y de relacionarnos, y en este sentido, influye en nuestra conducta fuertemente. Pero somos nosotros con nuestros pensamiento crítico (para informarnos), con nuestra atención plena (para aprender), con nuestros criterios morales (para el ocio) y con nuestra empatía (para relacionarnos) lo que determinamos ser cretinos digitales o ángeles digitales. “El medio condiciona el mensaje” decía Mcluhan, pero las personas somos consciente de ello y podemos condicionar el medio y el mensaje. No hay cretinos digitales que no sean cretinos personales y no hay ángeles que no hayan querido ser ángel. Lo humano del HOMO debe imponerse al DIGITALIS de lo digital, y sino seríamos Digitales Humanos. Por favor, sigamos apostando por el humanismo tecnológico.

HÁBITOS ATÓMICOS DIGITALES


En esta época de crisis pandémica el principal cambio que hemos tenido que abordar ha sido el cambio de hábitos de trabajo. En situaciones pre-covid 19 teníamos unas rutinas o liturgias de trabajo que la rápida acción de repliegue al trabajo en domicilio nos ha hecho cambiar. No es un cambio de mentalidad ni de softskills como he oído en los mentideros del “entorno autoayuda” sino de cambios de hábitos. Se trata de verter en el mundo digital formas diferentes de trabajar, de entender el tiempo, de conceptualizar las aportaciones y de saber utilizar la tecnología de forma más útil. En fin, hemos tenido que adaptar al mundo digital con la generación de nuevos hábitos digitales.

James Clear en su libro “Hábitos atómicos”, nos habla de esos cambios pequeños que generan unos resultados extraordinarios. Otro libro “Pequeños hábitos, grandes cambios” de Steven Handel plantea la misma idea de que acciones muy sencillas cambia radicalmente tu vida. Por eso es importante reflexionar sobre nuestros “hábitos atómicos digitales” para propiciar una mejor adaptación al entorno digital actual. Y esta aproximación a la realidad me encanta por su sencillez, como pensar en pequeño para generar una verdadera capacidad de cambio inaudita.

Frente a receta mayestática del cambio, es una visión rutinaria y cercana de cambiar tus hábitos lo que te genera una mejor adaptación digital.

¿Cuál son los hábitos atómicos digitales? Sabemos que todo hábito se genera según James Clear en cuatro acciones:

  • Hacer lo obvio.
  • Hacerlo atractivo.
  • Hacerlo sencillo.
  • Hacerlo satisfactorio.

Un hábito debe hacer lo que se tiene que hacer, de una forma apetecible sin mucha complejidad y que produzca satisfacción. Si no sabemos crear hábitos atómicos digitales no vamos a poder dar una respuesta potente a nuestro talento. Se trata de generar rutinas satisfactorias, sencillas y obvias que posibilite la experiencia de nuestro talento en un entorno digital.

Y estos hábitos deben versar sobre estas preguntas:

  • ¿Tienes un ritual matutino y nocturno?
  • ¿Cómo te motivas en tu trabajo?
  • ¿Cómo haces el balance de descanso saludable?
  • ¿Cómo te planteas tus metas?

Estas cuatro preguntas son básicas para determinar tu nivel de adaptación al entorno digital. No se trata de trasladar la forma de trabajar anterior a este nuevo ecosistema. Pasar del presencialismo (estar en cualquier momento) al onlineismo (estar enganchado a todas horas), nos es el fin, sino que tenemos que generar una nueva forma de trabajar con sus ritos, mitos, tiempos y liturgias. Pensar en los hábitos digitales es facilitar la lógica del trabajo, no se trata de hacer sino de saber hacer (y para eso es importante tus hábitos de trabajo). Vamos a contestar a esas preguntas:

  • Ritos matutinos y nocturnos:

Hay que crear tu ritual matutino para comenzar a trabajar:

  • Asegurar la energía para emprender el día.
  • Estimular tu cuerpo y tu mente.
  • Tener tiempo para iniciar la actividad (voy a empezar).

Y tomar conciencia de diferentes acciones:

  • Análisis del funcionamiento de los medios digitales.
  • Análisis del entorno de trabajo.
  • Análisis de la influencia social del entorno.
  • Análisis de los primeros estímulos que te condicionaran.

A estas acciones hay que introducir mecanismos cognitivos útiles:

  • Saber poner límites. Sin límites no hay productividad.
  • Saber asignar fondos. Tiempos para cada actividad.
  • Saber dividir metas complejas en submetas más simples.
  • Saber ponerse alertas. Para analizar excesos de tiempos.
  • Saber gamificar tus hábitos, es decir, saber hacerles progresar.

En relación al ritual nocturno tenemos que acabar la jornada con los siguientes pensamientos:

  • Que es lo que me ayuda a entrar en un estado tranquilo y relajado.
  • Como debemos acabar el día con una nota positiva.
  • Como preparar una lista breve de las “tareas de mañana”.

Y las siguientes acciones:

  • Analizar tus tendencias al perfeccionismo. Todo es susceptible de ser mejor.
  • Analizar tus tendencias a procrastinar. Dejarlo para mañana.
  • Analizar tus tendencias a la dedicación ejemplar. No por mucho trabajar lo vas a hacer mejor.

A estas acciones hay que introducir los siguientes mecanismos cognitivos:

  • Saber contingerciar la dedicación a los tiempos.
  • Saber que el trabajo creativo necesita del descanso.
  • Saber ponerse retos para el día siguiente.
  • Saber madurar las ideas con descanso.
  • Saber que la dedicación no es cuestión de tiempo sino de atención plena.

Con estos hábitos se deben configurar los ritos matutinos (empezar a trabajar) y los ritos nocturnos (empezar a descansar).

  • Motivaciones en el trabajo:

Todo hábito necesita de incitadores continuos para realizar el trabajo y algunos de ellos son:

  • Afirmaciones: Son aquellas frases o declaraciones positivas que te sirve como mantra. ¿Cuáles son tus afirmaciones? Al recitarlas es una gran ocasión para motivarte.
  • Hacer listas: Hay muchos tipos de listas para verificación, para inspiración o para motivación.
  • Rituales de entornos: La música para motivarte y para reducirte tu estrés. La música genera mucha gestión de emociones (estudios de 2004 de ENVIRONMENT AND BEHAVIOUR).
  • Tableros de visualizaciones: Ubicar en el espacio tus afirmaciones, listas y elementos evocadores de tu propio trabajo.

Pero en todas estas medidas higiénicas de motivación no evitan la utilización de dos formas motivacionales básicas.

  • La red social: Saber elegir e interactuar con compañeros cuya forma de funcionar te refuerza en tus hábitos digitales.
  • Los modelos mentales: Como seres sociales que somos, nos influye a quien admiramos y hacemos aprendizaje observacional de aquellos que hemos denominados “maestros vitales” como modelos a los que quiero seguir.

Con modelos y redes sociales debemos motivarnos con afirmaciones, listas, música y visualización de nuestro trabajo diario.

  • Balance de descanso saludable:

Todos tenemos una zona de confort y umbral de sensibilidad (cuando sales de tu confort y se convierte en estresante) aunque no todos tenemos la misma zona y el mismo umbral. Para generarnos confort mental todos tenemos que hacernos nuestra lista de actividades de relajación, cada uno tenemos una lista diferente. Lo que a uno como le relaja a otro le estresa.

Lo importe es incorporar la relajación en tu vida diaria, y para ello hace falta generar hábitos digitales:

  • Con descansos cortos (tipo método POMODORO) y con descansos largos en tu día de trabajo.
  • Saber identificar cuando estas cansándote para saber tener una actividad de relajación.
  • Desmitificar la pereza y no confundirla con la relajación. Estar relajándote no es ser perezoso.

La relajación es importante para mitigar el estrés y aumentar la atención plena y tener energía posterior. De aquí la importancia de incorporar en tu día normal momentos de ocio, porque el ocio estimula emociones positivas que generan:

  • Recuperación de la fatiga mental del trabajo.
  • Dar sensación de autonomía y control personal.
  • Dota de significado vital a tus acciones diarias.

Descanso y ocio deben estar incluidos en tus hábitos digitales.

  • Planteamiento de metas: Los hábitos digitales necesitan del concepto de psicología “mentalidad de crecimiento” consiste en pensar en que disponemos de una enorme capacidad de cambiar y mejorar a lo largo del tiempo. No tenemos que ser como somos ahora. Ya sabemos que somos humanos porque tenemos memoria de futuro.

Es importante en los hábitos digitales introducir tu imagen futura, lo que quieres ser de mayor, esto implica una visión o pensamiento sistémico, porque tus hábitos diarios determinan tu futuro. Y saber cambiar metas a corto plazo (medibles, especificas, alcanzables y con fecha límite) por la motivación a cinco o diez años, no podemos pensar que tu futuro se limita al corto plazo. Hay que edificar los hábitos pensando en el futuro lejano y no sólo en la obtención de resultados a corto plazo.

Para adaptarnos al entorno digital tenemos que generar hábitos atómicos digitales que nos posibiliten una grata experiencia. Tener rituales de iniciación, de terminación, motivaciones diarias, saber descansar y saber el ocio y planteándose las metas como variables importantes en tu trabajo diario. Pues el hábito de tener hábitos es un gran hábito. Pensar en pequeños hábitos atónicos es el inicio de tu bienestar laboral.

DELIBES Y LAS “SOFT SKILLS”


No podía empezar mi colaboración con el Norte de Castilla sin mencionar a mi maestro Miguel Delibes. Como aprendiz eterno tengo que reconocer a una multitud de maestros. Maestros vitales, maestros profesionales y fundamentalmente maestros literarios como Miguel Delibes, que tanto me enseño con sus libros en la chopera palentina. Hace poco en un debate con el Director Europeo de una gran empresa tecnológica se afanaba en explicarme la importancia para ellos de disponer de personas con “versatilidad”, y se me escapó y le dije “pues igual que Daniel El Mochuelo”, claro está que este directivo alemán no había leído a Miguel Delibes. Cuántos conceptos con vitola de moderno son simplemente conceptos típicos castellanos, porque decir “SOFT SKILLS” cuando podemos decir destrezas, habilidades o capacidades es simplemente una frivolidad. También recuerdo que hace dos años recibía un premio empresarial en Valladolid y cambié mi discurso sobre la marcha, pues al participar al final observé el pesimismo que flotaba en la sala. Vine a decir que el carácter castellano, tan bien dibujado por Miguel Delibes, no tiene nada que envidiar a los perfiles que actualmente me piden en selección en el mundo empresarial. Cuando se habla de austeridad, resiliencia, adaptabilidad, pensamiento crítico me voy directamente a los libros de Don Miguel: “El camino”, “Diario de un cazador”, “La hoja roja”, “Las ratas” y ante todo “Castilla, lo castellano y los castellanos”, este último libro de santos y motes me sirvió para dar una clase el otro día a futuros psicólogos del trabajo que estaban escuchándome sobre el nuevo perfil directivo en el siglo XXI. Les dije que Miguel Delibes que no hizo teletrabajo y que no gestionaba a golpe de WhatsApp pero que en sus libros había observado el carácter castellano que tan útil es hoy día, en estos momentos de gestionar con templanza honestidad y humildad. Siguiendo el libro “Las siete habilidades para el futuro” de Emma Sue Prince les puse ejemplos castellanos para cada una de ellas. Cuando la autora habla de las siete habilidades que tienen enorme futuro si quieres ser un gran profesional, yo hablaba de nuestro carácter, sobrios castellanos y simplemente humanos. Que nos hablen a nosotros de adaptabilidad (culebrear), pensamiento crítico (desconfiar), empatía (ponerse en la piel del otro), integridad (honestidad), optimismo (optimalismo, es decir optimismo realista), proactividad (tirar para adelante) y resiliencia (aceptar la adversidad). Los alumnos se quedaron impresionados que pudiera relacionar estos conceptos de sesudos estudios de universidades americanas con las ideas expresadas por personajes de los libros de un escritor castellano del S. XX. Y los valores que denota mi paisanaje castellano no puede encerrarse en el fatalismo, el pesimismo y el negativismo que observo en multitud de mis coetáneos castellanos, sino más bien tiene que ser objeto de esperanza por lo adecuados que son para los tiempos actuales.

Pero por respecto a mi maestro, Miguel Delibes me niego a comulgar con el victimismo y la gestión de las miserias mediocres con desánimo social. Hay que despertar nuestra afán de lucha por ser cuna de nuevas empresas. El empresario castellano recio pero formal, laborioso y honesto debe dar un paso al frente. En multitud de ocasiones, he dicho que el ser más social es ser un buen empresario, y sinceramente creo, que el cambio en Castilla viene de la mano de la ilusión empresarial. No podemos encerrarnos en discursos empequeñecedores y clientelistas, y será la sociedad civil la que podrá engrandecer esta tierra llena de desilusión. Hay que llevar con orgullo el termino de empresario castellano y huir de las pueriles pleitesías políticas. Todos somos políticos, pero el mejor político es el que no quiere ser político como se expresa en las geniales novelas de Don Miguel.

¿Por qué tenemos una visión rancia de ser castellano? Yo creo que tenemos las habilidades (softskills) que nos indican las empresas y la sociedad digital, solamente nos lo tenemos que creer. Desde hace unos años, estoy en la Plataforma de Directivos y Empresarios Palentinos, y puedo afirmar que este grupo me aporta multitud de ideas mejores y en más cantidad que en los club de Escuela de Negocios a las que pertenezco. El orgullo y el creernos nuestra valía es nuestra primera batalla para ganar la guerra del futuro. Nuestra formación familiar de fuertes valores de sobrevivencia es un seguro para nuestro futuro. Y luego nos tenemos que ayudar entre nosotros. Cuando digo que yo hago “Lobbying palentino” me miran con una cara extraña y simplemente es nuestro concepto popular de “mirar para el pueblo”. Por lo tanto, soy lobbista castellano ¿y qué pasa? Eso sí, hay que renunciar a discursos políticos que nos lleva a guerras fútiles, como la que describió Miguel Delibes en su gran novela “El disputado voto del señor Cayo”. Que me perdonen los políticos mientras no sean empresarios, no sabrán lo que es tener riesgos, y el miedo de no llegar a final de mes para pagar las nóminas, no nos pueden dar lecciones a los humildes empresarios.

Creo sinceramente que los retos empresariales futuros necesitan del carácter castellano que siempre ha sabido que somos vulnerables. Nos han enseñado que la austeridad, la honestidad y la humildad son grandes valores personales y creemos que el futuro se escribe con toda la palabra “llano” de “castellano”.

Por tanto, nuestra autoestima no está en maravillosas competencias sino en la forma laboriosa de trabajar, en la humildad de nuestra forma de actuar y sobre todo, en la honestidad de nuestra palabra. Durante mi carrera empresarial he contado en muchas ocasiones una experiencia de mi abuelo saldañes, que incluso se la explique a Daniel Goleman gurú de la inteligencia emocional, decía mi abuelo que el tenía cinco abogados para revisar un acuerdo, que eran los cinco dedos de su mano. No me diga usted que eso no es el famoso “engagement” que tanto se habla en las multinacionales. El valor de lo castellano, como decía Delibes en “Viejas historias de Castilla la vieja” es muy útil en momentos de adversidad (la resiliencia de moda) pues decía “en suma en mi pueblo los hombres miran al cielo más que la tierra, porque aunque a esta la mimen, la surquen, la levanten, la peinen, la ariquen y la escarden, en definitiva lo que haya de venir vendrá del cielo”. No tengo duda que Delibes es un maestro literario que define mejor las competencias profesionales que muchos autores de libros de autoayuda, que como decía Don Miguel “que no nos coja un día desprevenido, es decir, por un por si acaso”. Por un por si acaso, leer a Delibes puede ser vital para ser un buen empresario castellano, o simplemente, un profesional del siglo XXI.

Consultoría Inclusiva


CONSULTORIA INCLUSIVA: MODELO CENTRADO EN VAE (Valor Añadido por Experiencia) En un mundo de datos e inteligencia artificial, tiene más valor la experiencia del consultor. Esta manifestación fue el final de un debate entre expertos que se mantuvo en E-CAP (Escuela Aplicada de Consultoría) donde se dialogaba sobre el futuro de la consultoría. La consultoría no se debe quedar en el diagnóstico o análisis de datos sino introducir inteligencia en el proceso. Y esta inteligencia procede de los marcos de interpretación que aporta la experiencia como una realidad. (más…)

El futuro de la formación: Enseñar a ver o a mirar

Saber ver o saber mirar es la metáfora de la formación. En un mundo hiperdigitalizado, tenemos enormes capacidades de ver pero escasa capacidad de apreciar la mirada.

La tecnología digital es una gran oportunidad de expresión del talento, pero es la capacidad de mirar el verdadero diámetro del talento. Por tanto, en el futuro de la formación debemos crear una mixtura entre el desarrollo de competencias digitales con el desarrollo de capacidades cognitivas, ver y mirar. (más…)

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