Qué esperar cuando estás esperando

por | Jul 7, 2012 | Life coaching, RRHH | 0 Comentarios

Leonardo_da_Vinci_044A veces te enamoras de un título, independientemente de la valía del libro y la película que vendrá o ha venido…El libro de Heidi Murkoff: “Qué esperar cuando estás esperando” (1.985), ha vendido más de 35 millones de ejemplares y principalmente expresa hasta qué punto las expectativas y las actitudes diferentes en cinco casos de embarazo desencadenan diferentes resultados.

Sin ver la película, aunque me leí el libro, me parece un gran título para la situación actual de desorientación, desencanto y desánimo. Como decía Jardiel Poncela, cuando utilizamos mucho los “des”, son malos tiempos para la lírica.

Pero también es cierto que una situación caótica tiene la ventaja de no  esperar nada más que lo que tienes y eres. Lo importante en este momento es saber esperar, pues como dice el dicho: “El que espera, desespera”.

Como si se tratase de un embarazo, estamos labrando nuestro futuro. Nos encontramos en estado de buena esperanza, porque tras cuatro años de crisis, no podemos pensar que el futuro será peor que el presente.

Aunque tardemos aún un tiempo en ver resultados más positivos, estamos inmersos en la esperanza de tener un mejor futuro que el pasado.

Mi mapa mental para saber esperar en este momento y no caer en la desesperación, se basa en cinco claves, que responden a una actitud más sardónica que sarcástica a la crisis .Ya sabéis la anécdota del profesor que explicó a Chesterton la diferencia entre sardónico y sarcástico. Decía dicho profesor: “si al salir de clase tropiezo y caigo al barro, pondré una sonrisa sardónica. Pero si el que tropieza y cae al barro es el decano de la escuela, mi sonrisa será sin duda sarcástica. Poner una sonrisa sarcástica más que una sonrisa sardónica es la actitud frente a este desierto estimular que es nuestro entorno.

Os propongo los cinco territorios de mi mapa mental para saber esperar y no desesperar:

1.- El buen futuro: Para esperar sin desesperar debemos pensar que el futuro sin duda será mejor. Nadie nos tiene que bajar de nuestro trozo de utopía y nada debe generar más ilusión que un buen futuro. El concepto de futuro no es una ARCADIA feliz, pues a lo mejor los tiempos pasados fueron mejores que los actuales, sino lo importante es plantearnos que el futuro es bueno porque mis expectativas así lo definen.

Gestionar positivamente tus expectativas sin triunfalismo, pero introduciendo el concepto de buen futuro nos produce verdadera tranquilidad emocional. Como dice Leonard Cohen: “La madera nunca acaba de morir”. Las expectativas positivas siempre motivan más que las negativas. Me niego a pensar en un futuro peor, estaríamos condenados a esperar el derrumbe cuando debemos perseguir la construcción de nuestra ruta. Sin una meta positiva no podemos generar energía para saber esperar. Las últimas investigaciones neuropsicológicas nos dan la razón, en su último libro el científico M. Gazzaniga nos dice: “Cada ser humano no es más que un relato sobre si mismo urdido por el hemisferio izquierdo de su cerebro. Una interpretación de nosotros mismos que va creciendo con el tiempo, y siempre piensa en un futuro mejor para la persona”. Necesitamos creer que el futuro será mejor, pero con el realismo de centrarnos en lo que es importante pues ya nos indicaba Voltaire: “Quién cree que el dinero lo hace todo, acaba haciéndolo todo por dinero, cuando sólo es rico quien sabe limitarse a sus deseos”. El buen futuro se define a través de las expectativas. Definamos nuestro futuro en que sea bueno según unos nuevos parametros y así centrar nuestro esfuerzo en nuevas configuraciones para ser feliz. Y como decía Antonio Machado: “Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”.

2.- La pasión por hacer: En este momento, no se puede uno detener por no saber donde está nuestro futuro. El futuro nos tiene que pillar haciendo cosas, pues en el hacer encontraremos las claves de nuestro futuro. No me imagino la inacción y el quedarse parado en una espera pasiva. La espera debe ser activa y la duda es la escuela de la verdad como nos decía Francis Bacon. Hacer con duda de hacer lo que debemos hacer es nuestro día a día. No hay que quedarse en el despacho, guardarse tras los datos sino salir al mercado. Pulsar el mercado continuamente y trabajar denodadamente para que podamos vislumbrar ese buen futuro. Siempre digo a mis compañeros de trabajo que deben seguir la famosa ley de la apertura (Law of shanning) de Mark Zuckerberg, fundador de facebook, que dice que la cantidad de información compartida a través de internet se duplica cada año. Por tanto, debemos hablar, conversar con mucha gente para disponer de una mayor cantidad de información compartida para estar preparados para identificar nuestro buen futuro. Incluso en algunas ocasiones hay que hacer por hacer para saber esperar activamente.

3.- Lo erótico del innovar: Sin lugar a duda, la innovación tiene en este momento de crisis un halo erótico muy particular. La admiración y la heroicidad de innovar en épocas de resignación conformista tienen una imagen casi de ídolo sexual. La innovación no es algo extraordinario, sino el elixir ordinario en nuestra pasión por hacer. Es tiempo de abonar ideas innovadoras ya que lo habitual simplemente produce un descenso de facturación. Volviendo a nuestro querido Chesteron: “La única herejía imperdonable en nuestro tiempo es la ortodoxia”. Este canto a lo heterodoxo es básico en un momento donde la ortodoxia te lleva a esperar estando parados y sin cambiar un futuro peor. Me niego a ser fatalista y como dice Hans Magnus Enzensberger: “El pensamiento que no hay alternativa al capitalismo es una injuria a la razón”. Pensar que sólo hay que esperar porque no sabemos qué hacer nos lleva a someternos y ser un mero anuncio de una capitulación. Hay que innovar aunque sea en las formas, en los argumentos y porque no en nuestra filosofía. Aquel que no cambia solamente se convierte en peón de la crisis y la innovación nos da la posibilidad de ser la reina de la recuperación.

4.- La salud de la sonrisa: Sonreir aunque sea sardónica o sarcásticamente es fundamental. La actitud positiva de asumir que lo negativo existe pero que es nuestra valoración la que le da verdadera importancia es nuestra fuerza. Pueden condicionarte tu destino, pero tú puede cambiar tu destino. Más allá de las palabras está la actitud de las palabras, como nos dice nuestro gran escritor Juan José Millas:”Que viene a ser lo mismo que pensar que la palabra lista es lista y la palabra baja, es baja” Las palabras y los discursos externos necesitan que nosotros no lo contemos a nuestra manera, y como veíamos la neuropsicología nos dice que al final nuestra conciencia es como nos contemos nuestra historia. Pongamos una risa, sonrisa, alegría y ante todo unas enormes ganas por crecer con sonrisa. Lo positivo implica nuestra necesidad mental.

5.- El cambio personal: El futuro será bueno, lo descubriremos mientras trabajamos con una sonrisa y con ganas de innovar, pero siempre y cuando crezcamos personalmente frente a la situación. Nuestro desarrollo profesional depende, más que nunca, de nuestros valores, saberes, actitudes y expectativas personales. Crecer como persona no hará ser más competitivos que cambiar nuestro conocimiento de incierto valor futuro. Siempre recordaré como se referían sus coetáneos a Miguel Angel con el término Terribilita, que no es nada menos que el vigor físico, la intensidad emocional y el entusiasmo creativo que le caracterizaban. Hay que tener Terribilita personal en una época de reinvención continua.

En fin, nuestro mapa mental que condiciona nuestra forma de esperar consiste simplemente en pensar en un buen futuro, trabajando continuamente, innovando con una sonrisa y procurando crecer personalmente. Indudablemente son tiempos difíciles, pero el nivel y el tipo de dificultad dependen mucho de tu capacidad de ilusionarte. Ilusiónate y haz realizad aquella frase de Erich Fromm: “El derecho a expresar nuestro pensamiento tiene sentido únicamente si somos capaces de tener pensamientos propios”. Pensar por nosotros mismos y crear nuestra ilusión, sólo hay futuro si esperamos que sea mejor. Y termino con una frase de Bob Dylan: “La tierra sólo pertenece al viento”, por tanto, el futuro pertenece a tu ilusión.

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