No hay tragedia sin comedia: La dictadura de ser feliz siempre

por | Jul 20, 2018 | Coaching, Desarrollo personal, Profesional, Psicología del trabajo | 1 Comentario

Las Direcciones de Recursos Humanos están obsesionadas con la felicidad. Parece que su fundictadura de ser feliz siempreción es conseguir que las personas sean felices por ¡narices! y precisamente, es la libertad para ser feliz el mayor encanto conceptual de ser libre. Ser feliz y estar feliz son equilibrios personales que nadie puede aventurar y es peligroso que desde la Organización quieran decirnos como tener que ser felices. Más bien, una Dirección de Recursos Humanos lo que tiene que hacer es evitar los ecosistemas tóxicos, es decir, más que poner el foco en la felicidad de las personas deben cuidar de evitar sistemas infelices que influyan en las personas. De que vale tener un jefe de felicidad en la empresa con unos jefes tóxicos, un sistema retributivo lejano al mérito o un sistema de promoción basado en la antigüedad. No se trata de criticar el loable esfuerzo de los militantes en la felicidad en querer hacernos felices, sino más bien, cambiar el foco hacia el sistema de trabajo más que a las personas. Decía Ortega y Gasset que hay que diferenciar entre ideas y creencias. Las ideas se tienen y en las creencias se está. Mucha gente está en la creencia de la felicidad como fin del ser humano. Y como bien dice el refrán castellano “No hay tragedias, sin comedia”, es decir vivir es un constante contraste entre ser feliz y ser infeliz, por tanto, no podemos ser y estar siempre felices. Están llenas las librerías de hueros libros sobre “¿Cómo ser feliz?” Olvidándose que si la felicidad continua  no es una meta sino una distopía. Os imagináis un mundo o una Empresa donde todos serían felices a cualquier hora y en cualquier situación, pues simplemente sería una realidad engañosa.

Los conflictos, los desacuerdos y las controversias son humanas y necesarias para ir creciendo y poder encontrar la felicidad. Si la felicidad es un hacer o un camino en la vida, necesitamos de obstáculos, pegas y enfado para conseguir ser en algunos momentos felices. Poner el foco en que seamos las personas las que tenemos la responsabilidad última de ser feliz es cierto, pero no todo el mundo tenemos las mismas condiciones para ser feliz. Ya es aquí donde está la acción de la Dirección de Personas, como decía nuestro amado Stephen Hawking “Recuerda mirar a las estrellas y no a los pies”, no se trata de enseñar a la gente a ser feliz sino a conseguir un ecosistema que facilite su libertad para ser feliz. Pocos libros que invaden nuestra atención sobre la felicidad ponen más hincapié en la caracterización del entorno que en la fuerza interna de ser feliz. Y son necesarias las dos, tener entornos enriquecidos para poder ejercer tu libertad de ser feliz y entrenar tus actitudes y habilidades para poder ser feliz. Pero no podemos separarlos, porque sino ponemos mucho interés en estar feliz y ser apreciado como tal por la persona. O al revés excedemos en la formación continua de nuestro querer ser feliz y les obligamos a ser feliz aunque el entorno sea hostil. O como aquel dependiente que todos los días antes de irse del trabajo se le pregunta ¿Si ha sido feliz en el día de hoy? Lo importante para la empresa es la consecuencia (ser feliz) y no las variables(lo que favorece o no la felicidad), creo que preguntas insulsas generan respuestas intrascendentes. O se trata sólo para justificar al “bigdatero” que envía gráficas sobre el nivel de felicidad en la Empresa. ¿Para que sirve estos termómetros de felicidad continua?

Creo que introducir la felicidad, junto a la rentabilidad y la autorrealización como objetivos del trabajo es un gran avance. Durante mucho tiempo nos hemos centrado en una visión unívoca que identificaba los objetivos de la empresa solo con la rentabilidad y hay 3:

  1. Rentabilidad por la productividad de las personas.
  2. Autorrealización y Desarrollo de las personas para ser productivo en el futuro.
  3. Satisfacción y felicidad de las personas para seguir siendo productivas.

Sin duda, las Empresas evalúan, valoran, miden y aprecian la productividad y esto hay que aceptarlo y omitir una visión idílica de la felicidad en la empresa. Si las Empresas invierten en el desarrollo (aprendizaje) de sus empleados y en su felicidad es por su productividad. Y ser realista no implica ser pesimista, sino un optimalista (optimista + realista) y negar que el interés de la felicidad de los empleados no es utilitarista sería como decir que el fin último de la Empresa es la felicidad de sus empleados. Esta visión utilitarista de la felicidad es el principal escollo ético y mental para arrogarse la Empresa el objetivo de conseguir que los empleados sean felices. Haz las cosas bien y deja que los empleados puedan ser cuando quieran y como quieran, felices. Decía Baltasar Gracian “hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos”, y yo no me siento capaz de ir con sonrisa en ristre divulgando un mensaje buenista que hay que ser feliz en la Empresa. ¿Y cuando alguien es infeliz? Le intentamos convencer de que tiene que ser feliz. Nos equivocamos y como decía el gran filósofo estoico Marco Aurelio “No lo hagas si no conviene. No lo digas si no es verdad” Nunca podemos pensar que nuestra acción directa va a generar felicidad y no es verdad que ser feliz siempre sea lo mejor.

Una aproximación realista a la felicidad me lleva a discutir sobre cuatro dimensiones del concepto de felicidad en la empresa, en multitud de ocasiones mis debates sobre la felicidad los hemos centrado en estos cuatro aspectos.

  1. El concepto felicidad. Con mi gran maestro José María Peiro hablé largo y tendido sobre el concepto de ser feliz. Más allá del hedonismo y las vías exógenas de ser feliz, hay que avanzar en el concepto de felicidad como realización personal. En este sentido, si hacemos un análisis del concepto de felicidad en la historia de la filosofía se ha puesto mucho foco en la actitud personal para ser feliz. Sin duda, que la apuesta personal de querer ser feliz es el inicio del ser feliz ¿Pero podemos y debemos desde el rol de gestor de personas incentivar el querer ser feliz? ¿O es lícito meterse en estos temas tan personales? Hay una investigación de la Universidad de Stanford de los psicólogos (Paul Thibodeau y Lera Boroditsky) donde se demostró que según la metáfora que utilizamos para discutir un problema social influye en las decisiones posteriores, si describimos a un delincuente como depredador es más posible tomar decisiones de vigilancia policial, y en cambio si describimos a la delincuencia como un virus se tomarán soluciones educacionales. Es decir, que las decisiones personales sobre nuestra felicidad influyen la forma como comentamos o visualizamos los problemas. Aquí si que surge el rol de gestor de personas el saber contextualizar los avatares del trabajo. Si no podemos evitar los conflictos, las discrepancias y los enfrentamientos en la Empresa, por lo menos, deberías incidir en que seamos felices en cualquier adversidad, somos más bien posibilitadores para que se acepte que el trabajo tiene sinsabores, sabores y delicias y que estos matices son fundamentales para saber ser felices. La acción no es incidir en el querer personal de ser feliz sino en explicar los aconteceres laborales para que cada uno certifique su posición de ser feliz.

El rol de gestor de personas en la felicidad es triple

  1. Crear explicaciones a las experiencias de los empleados en la Empresa
  2. Cuidar en eliminar toxicidad en el ecosistema empresarial
  3. Comprender las reacciones humanos frente a sistemas de trabajo.

Se trata de una labor de facilitación para que la gente pueda ser feliz para no introducir las pinzas en la esfera de la intimidad personal. Para ser feliz hay que querer ser feliz y poder ser feliz si asi lo quieres, y facilitar  ese poder es donde está nuestro labor y evitar las creencias orteguiana de la felicidad como un fin y no como una simple vivencia diaria en tu trabajo.

2. La felicidad continua ¿Qué rollo estar siempre feliz? Como dice Michael Harris en su último libro “Solitud” al hablarnos de la felicidad de contemplar tu propia infelicidad actual. Saber ser feliz es aceptar que la infelicidad es necesaria para apreciar cuando eres feliz. La búsqueda    diaria y en cualquier momento de ser feliz es una falacia y además una distorsión como el optimista antropológico. La psicología positiva nos ha posicionado el optimismo como una dosis que debe superar al pesimismo, pero nunca apabullarle, porque tan distorsionante es un pesimista  atemporal como un optimista continuo.

La felicidad es  momentánea y como dicen los últimos estudios de la Universidad de Harvard, lo importante es tener repartido  durante todo el día los diferentes momentos de felicidad. Dicen que estadísticamente son “ocho momentos” al día que tenemos que ser feliz. La felicidad es, como decía Jorge Wagensberg, un gozo intelectual más que un placer físico. El gozo anticipado fruto de tu desarrollo personal es una visión de la felicidad más motivadora que la momentánea sensación física. Ser feliz y estar feliz es una visión diferente pero del mismo hecho, una visión sincrónica implica ser feliz en este momento, pero si analizo un tiempo determinado más amplio  puede apreciar si estoy feliz, es decir, con una visión diacrónica.

Tener felicidad implica ser feliz en unos momentos, y en un resumen temporal es estar feliz. Como pude ver hace poco en un bar de Palencia había un cartel que decía “la vida es para beberla a tragos cortos y saborear cada uno de ellos”

3. La relatividad de ser feliz ¿Qué significa ser feliz para las personas? Depende de su historia personal (educacional y vivencial) y por tanto, no tenemos el baremo de la grata felicidad. Esta relatividad nos lleva a ser cauto a la hora de considerar la felicidad ¿Es más feliz el que ha dicho que todos los días está feliz o aquel que solo ha dicho una vez por semana? Depende de cada persona y de nuestra configuración personal de lo que es ser feliz. Aquí hay un estereotipo sobre la felicidad y la inteligencia que lo acredita la psicología científica. Sabemos que la felicidad personal es independiente de la inteligencia, pero la capacidad intelectual mediatiza la consideración de lo que es ser feliz. Por tanto, la felicidad es muy relativa. Por otra parte el psicólogo David Dunning y su discípulo Justin Kruger en 1999 investigaron la influencia de los estereotipos en la autoestima y descubrieron el Efecto “Dunning-Kruger”. Este efecto nos dice que cuanto menos capacitada está una persona, más tiende a sobreestimar sus  conocimientos, habilidades y felicidad. Por tanto, nadie duda de la relatividad de la felicidad y debemos evitar dar lecciones de ¿Qué es la felicidad?

4. La relación de felicidad y productividad. Como decíamos antes el presupuesto por lo que la empresa invierte en felicidad es para conseguir más productividad. ¿Pero es más productivo el que es más feliz? Pues depende de una variable  mediadora que en los estudios de psicología hemos visto que es clave, que es el engagement (compromiso) de las personas con las empresas. No debemos enfocar todos esfuerzos en tener empleados felices pero sin compromiso, mejor incrementar la felicidad con el compromiso pues sino la productividad no se incrementan. Por esta razón es tan importante nuestra labor de desarrollo del ecosistema humano del mundo laboral. Aquí está la principal labor de nuestros roles que se trata de evitar

  • Cultura tóxica: Valores, Engagement
  • Liderazgos tóxicos: Relación sana del ejercicio del líder
  • Relaciones tóxicas: Grupos, diversidad y dinámica
  • Sistemas tóxicos: laborales, retributivos, evaluativos, formativos
  • Entornos tóxicos:  Espacios de trabajo, conciliación

En este sentido trabajar la cultura, el liderazgo, los equipos, los sistemas y los espacios y los tiempos es donde reside la labor de facilitación de la felicidad, Por que teniendo un ecosistema humano y con los avatares propios del día a dia tenemos que   posibilitar a quien quiera ser feliz que lo pueda ser. Pero sin olvidar que es el nivel de engagement el que determina la relación positiva entre felicidad y productividad. Trabajar el engagement es un factor básico para que las personas que quieran puedan desarrollarse en la Empresa como personas, y por ende, ser y estar feliz.

La felicidad es una palabra omnicomprensiva y fruto de debates intensos e interminables que creo que da para multitud de discursos de fácil entender y lleno de grandes intereses. Yo creo que como decía Gadamer es mejor hacernos preguntas sobre la felicidad para delimitar su debate, y este autor decía “la pregunta en cuanto tal es ya una forma de cuestionarse lo existente”. Mis cuatro preguntas serian:

  1. ¿Qué entiendes por felicidad? ¿Ser feliz? ¿Estar feliz? O ¿Tener felicidad?
  2. ¿Qué se puede ser feliz siempre o momentaneamente?
  3. ¿Que la felicidad es un concepto relativo? ¿Cuál es tu felicidad?
  4. ¿Qué la felicidad perse no es productiva? ¿Depende del engagement (compromiso) con la Empresa?

En fin, que debemos limpiar multitud de buenas intenciones sobre la felicidad y operativizar medidas para facilitar que el ecosistema humano del trabajo facilite la felicidad. Y más que tener jefes de felicidad tengamos gestores de personas que luchan contra la toxicidad de las relaciones humanas. Siempre que pregunto a un candidato ¿Qué quiere ser de mayor? Me indican que ser feliz. Y yo les contesto ¿Y no vas a ser felices hasta entonces? La felicidad no es  una meta, es un camino ¡Y que me quiten mi felicidad al hacer este grato artículo! Y espero que podáis ser felices a la hora de leerlo. Más hacer felicidad que pensar en ser felices en el futuro.

Javier Cantera, Presidente de Grupo Blc y Fundación Personas y Empresas

1 Comentario

  1. Toño Cediel

    Agradezco el artículo y comparto la argumentación expuesta, sólo quiero hacer un apunte, que desde mi punto de vista puede aportar operatividad al tema. Me estoy refiriendo a una modificación en la concreción del proceso de cambio perseguido, pasando de aprender a ser más felices a aprender a vivir en bienestar, en la línea que Martin Seligman señala en su libro “La vida que florece”. Muchas gracias.

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