Del deporte de la queja a los libros “yogurt”

por | Ene 12, 2011 | Desarrollo personal, Psicología del aprendizaje | 0 Comentarios

yogurtSiempre me ha fascinado la frase de NIETZSCHE que dice que el hombre nunca deja de jugar, sino que sus juegos cambian con la edad y nuestro juego actual está centrado en quejarnos de la situación poniendo siempre la culpa en la realidad que nos ha tocado vivir. Pero esta realidad no es diferente a la que tuvieron que desarrollar nuestros antepasados y no sabemos si no será peor ó mejor de la de nuestros descendientes. Yo creo que este tipo de análisis sólo nos lleva a un pensamiento causal, una causa externa y su efecto interno cuando los grandes avances consisten en considerar que hay varias concausas internas/externas que producen diversos efectos externos/internos.


La queja como cualquier hábito humano se ejercita por su uso diario y conlleva a un pensamiento reactivo, univoco y en multitud de ocasiones con emociones negativas. Cultivar la emoción positiva implica plantearnos la queja desde una visión más amplia. Con esto no queremos decir que la queja no sea un estrategia y en alguna ocasión necesaria como señal de alivio emocional, sino que su utilización continuada hace perder su validez como técnica cognitiva, por eso, siempre debemos plantearnos si es necesaria, y para ello nos sirve una visión amplia en los siguientes aspectos:

1. Análisis de la entidad de la queja. Todo es relativo en un contexto. Hace poco un directivo se quejaba que por la crisis no había podido escoger un tipo de tapicería para su coche de compañía. En cambio, en una ONG me decían que suerte tenían que tenían alimentos asegurados para cuatro días. Todo es relativo y, por tanto, contextualicemos nuestra queja para analizar su entidad e impacto vital.

2. Análisis de la finalidad de la queja. Tras el proceso de queja ¿Qué podemos conseguir? Yo siempre recuerdo en mi querida Palencia cuando alguien se quejaba de la actuación del dueño de la pelota, teníamos muchas papeletas de dejar de jugar. Quejarse tiene un enorme valor emocional, pero debemos pensar sus consecuencias racionales y analizar la posibilidad de éxito final. Las quejas son una herramienta habitual de negociación y un utensilio mental de ayuda para resolver los problemas.

3. Análisis de la emoción de la queja. Como decíamos a veces es necesaria la queja como exponente de una predisposición mental. Es buena “per se” independientemente de su entidad y finalidad, pero debe ser espontanea y no habitual.

Luego tenemos principalmente tres tipos de quejas: la queja relativa (hacer un mundo de un detalle), las quejas racionales (ser un elemento estratégico)y las quejas emocionales (son un exponente de un estado de ánimo), pero lo lícito de la queja es que deben ser utilizadas con dosificador, quejarse habitualmente, es decir, practicar el deporte de la queja supone olvidarse de su valor relativo, de su impacto racional y de su utilización emocional. Más que deporte hagamos un arte de la queja. En este momento, hay que centrarse en soluciones no en un proceso, la queja es adecuada como parte de una solución no por su formación en el proceso. Quién no se queja y actúa tiene una ventaja competitiva que está buscando proactivamente soluciones más que esperar pasivamente la evaluación del entorno.

Hay una nueva ciencia que me encanta que es la BIOMETICA y que es la ciencia del aprendizaje de la naturaleza para solucionar problemas prácticos, y unos autores daneses han descubierto como se comportan los polluelos en un nido de abejaruco (colorines en mi pueblo), que al principio del nacimiento de los polluelos, el nivel de “desesperación” del canto del polluelo determina la posibilidad de mayor alimento, pero transcurrido un tiempo aquel polluelo que se queja mucho, a destiempo, recibe menos alimentos que aquellos que se buscan otras “triquiñuelas” para llamar la atención de sus progenitores. Por favor, sigamos quejándonos no como deporte sino como un arte. Un arte pautado y útil, y no como un ejercicio diario de construcción de la realidad.

Y, para ser coherente, voy a exponer una queja. Me quejo poco, pero a veces me gusta quejarme de algo que nadie se queja. Mi queja es referida a los libros yogurt, que son aquellos libros ligeros, de dosis escasa, procedentes de un experiencia limitada y que sirven más para satisfacer el ego del que lo escribe que el valor que obtiene el que lo lee. Parece que todo profesional necesita realizarse contando en un libro de su experiencia y pasar a la posteridad con una idea original. Pero como decía Miguel Delibes, la misión del escritor era convocar las palabras, y a veces leyendo estos libros parece que las palabras huyen más que concurren. Estoy harto de leer obviedades que bajo el manto de la sencillez nos cuentan lo que libros de Psicología han dicho hace mucho, simplemente exponen ideas dichas mucho mejor por los clásicos. Los profesionales tienen que pensar que escribir es un trabajo que necesita del ejercicio continuo de la escritura y la lectura. Aquí si se debe utilizar el paradigma del “deporte” para escribir y no emerger con dos ideas revestidas con un barniz mágico y envueltas en originalidad. Yo siempre que veo un libro yogurt (de autoayuda, activo y pequeño) recuerdo la afirmación de Juan de Mairena que decía: “No hay manera de ver las cosas sin salirse de ellas, porque toda visión requiere distancia”. Estos libros tienen fecha de caducidad como el yogurt y hay que tener cuidado con tomarlo caducado. Por favor, no leas ahora el libro del ejecutivo al minuto o la meta del siglo pasado, cogerás una diarrea mental enorme.

En fin, que no hay nada peor que un libro yogurt sobre el deporte de la queja. Creo que hay que quejarse menos y leer más, pero por favor libros “jabugo” que tras su crianza esmerada encontramos un producto elaborado con el tiempo y que no tenga tan cercana la caducidad. Y para acabar con alguien que huía de las quejas y cuyos escasos libros cambiaron la percepción del mundo, os recuerdo una frase de Albert Einstein “Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre”

Por favor, huyamos de las quejas “yogurt” actuales, que no es para tanto.

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